Algunos banqueros temen que Trump sea una 'bala perdida'

banqueros walstreet nota11282016wLos cabilderos de Washington, los analistas financieros y de política y los conocedores de Wall Street están tratando de averiguar qué significará el gobierno de Donald Trump para la industria bancaria.

Pero Rusty Cloutier nunca dudó de que Trump sería bueno para el pequeño banco que él maneja en Lafayette, Louisiana.

Cloutier ve en el próximo gobierno una oportunidad no solo de obtener un alivio regulatorio, sino también de reordenar las prioridades y apartarlas de los intereses de los ricos de las grandes ciudades y dirigirlas a las comunidades rurales y de clase trabajadora en las que él opera.

“Mis clientes son personas muy trabajadoras”, afirma Cloutier, presidente de MidSouth Bank. “Trabajan en los campos de petróleo y oyen que los llaman racistas, y simplemente se cansaron de que se lo echen en cara”.

Y aun así, desde la sorpresiva elección de Trump, Wall Street también ha estado ganando.

Las acciones de Bank of America y de JPMorgan Chase se han disparado a sus niveles más altos en muchos años; una recuperación de tal fuerza que tomó por sorpresa a ejecutivos de banco y analistas.

Por ejemplo, ese repunto más que restableció todo el valor de la acción de Wells Fargo que perdió cuando en septiembre estalló el escándalo por la creación desbocada de cuentas bancarias no autorizadas.

Las expectativas
Por ahora, los bancos tanto grandes como pequeños se están beneficiando de la expectativa de que el presidente vaya a echar abajo regulaciones en prácticamente todos los aspectos de la industria bancaria, desde las cuotas que pueden cobrar los bancos, a quiénes les pueden prestar dinero y cuánto capital deben de tener en reserva.

Los bancos también se beneficiarían de tasas de interés más altas, que se esperan si el programa de estímulo fiscal del gobierno de Trump reactiva la inflación. Las tasas altas incrementan el valor de algunas de las posesiones del banco y amplían el margen de ganancias en los préstamos.

Pero, como casi todas las posturas de Trump, su plan para la regulación bancaria no ha sido explicado en gran detalle. Es difícil de aclarar los sentimientos de Trump hacia los bancos, quizá más difícil que los que tenga hacia cualquier otra industria.

Las promesas
Por un lado, él ha abogado por desmantelar la ley Dodd-Frank de 2010 de reforma financiera, a la que se le atribuye haber frenado los riesgos pero también se le culpa haber reducido las ganancias de la industria. Por otro lado, él ha despotricado contra la élite de Wall Street por sobajar al estadounidense común.

¿Cómo podrá Trump justificar políticas que impulsen las ganancias de los bancos, al mismo tiempo que cumple sus promesas de populismo económico?

El punto clave
Los banqueros comunitarios se consideran en el punto clave. Ellos aseguran que Trump puede reducir las regulaciones _ en particular sobre los bancos con menos de 10,000 millones de dólares en activos _ al tiempo que se muestra duro con los bancos de Wall Street que fueron los que impulsaron la crisis financiera y que han suscitado tanta ira entre el público en general.

Liberar a los bancos de la regla de hipoteca calificada y de los rigurosos lineamientos contra el lavado de dinero, por ejemplo, les permitiría perder menos tiempo y recursos cumpliendo con las regulaciones y más haciendo préstamos y mejorando la fortuna de los estadounidenses rurales que Trump abanderó en su campaña.

Muchos banqueros comunitarios dicen que también quieren que el gobierno de Trump frene a la Oficina Federal de Protección Financiera, estableciendo una junta supervisora bipartidista de cinco personas en lugar de un solo director.

Entre los banqueros comunitarios, el apoyo a Trump es extenso y uniforme.

Más o menos 84% de los banqueros comunitarios apoyaron a Trump, según una encuesta que la asociación profesional de la industria llevó a cabo después de las convenciones políticas de agosto.

Los más o menos 5,800 bancos comunitarios del país representan una parte relativamente pequeña de la actividad bancaria de Estados Unidos. Más o menos la mitad de los depósitos de todo el país están en un puñado de grandes bancos, en los que hubo un profundo apoyo para Hillary Clinton.

Hubo mucha gente de Wall Street que ayudó a financiar la campaña de Clinton con la esperanza de que ella protegería las fuerzas que impulsan sus ganancias globales, como el libre comercio. En los grandes bancos, los ejecutivos temen que Trump sea una bala suelta que desestabilice a la economía.

Las libertades
El director de Goldman Sachs, Lloyd C. Blankfein, llegó al grado de expresar públicamente su apoyo para Clinton. En un anuncio en favor de Trump se muestra a Blankfein, junto con Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, y el inversionista George Soros, como títeres de la élite financiera global. Los críticos dijeron que el anuncio era antisemita pues se centraba en personajes judíos.

Pero al despegar el mercado bursátil, los grandes bancos empezaron a hablar del lado positivo de la presidencia de Trump. Dos días después de la elección, Blankfein declaró que pensaba que las políticas de Trump serían “en apoyo de los mercados”.

Después de la victoria de Trump, los ejecutivos de los grandes bancos empezaron a elaborar listas de regulaciones y reglas que el próximo gobierno y el Congreso controlado por los republicanos podría cambiar para su provecho.

No están abogando por la revocación de la Dodd-Frank, para cumplir con la cual los grandes bancos han gastado cientos de millones de dólares.

Tampoco quieren que le resten facultades a la agencia de protección al consumidor, pues algunos le atribuyen haber ayudado a los grandes bancos a aplastar a quienes jugaban en los márgenes de la industria, como los prestamistas de sueldos.

En el primer lugar de su lista, empero, figura la revocación de la llamada enmienda Durbin, que limita las cuotas que pueden cobrar los bancos sobre las tarjetas de crédito, así como ajustar la regla Volcker para que los grandes bancos puedan participar en más tipos de actividades transaccionales para ayudar a sus clientes.

© The New York Times 2016