Relatos de la frontera | Los mexicanos no matan por la espalda...

duelofrontera78787La relación entre las comunidades fronterizas entre Sonora y Arizona no han sido sencillas y sí conflictivas. El roce es particularmente difícil cuando los funcionarios responsables no han cumplido con un proceso de formación y conocimiento de protocolos diplomáticos. Pero también donde la historia inmediata de conflictos bélicos está presente y los espíritus nacionalistas rivalizan.

Los instintos de confrontación salían a relucir de vez en cuando. En ocasiones no pasaba de pleitos a puntapiés motivado por borracheras en las cantinas de uno y otro lado, que se resolvían con unas horas de cárcel y una multa administrativa, pero en otras salían a relucir armas de fuego con decesos por resultado.

Un punto particularmente conflictivo lo fue la aduana del poblado de Naco, establecida hacia el año de 1900. Desde ese año, se presentaron problemas entre los pobladores que dieron pie a escándalos periodísticos y tensiones diplomáticas.

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Un caso ruidoso sucedió el 23 de enero de 1908, cuando uno de los empleados de la aduana, Alejandro Peralta, hacía sus acostumbrados rondines de vigilancia sobre la línea y en ese curso se encontró a un agente de la aduana estadounidense que al parecer entraba y salía sobre la línea sin razón aparente.

El celador mexicano le inquirió sobre las razones de su proceder, que le parecía sospechoso. No hubo respuesta verbal de por medio, sino seis detonaciones en contra del agente mexicano. El estadounidense ya sin parque, se refugia en territorio estadounidense, bajo la persecución mexicana, quien no pudo darle alcance. Protegido por la línea fronteriza, el celador estadounidense de nuevo hizo disparos sobre el mexicano, sin daños, pero tampoco sin que éste respondiera. Para su fortuna el gringo tenía mala puntería, así que el agente mexicano no le quedó más remedio que proceder a levantar cargos en territorio yanqui.

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Como medida precautoria las autoridades civiles estadounidenses tuvieron la sutileza de detener al agente aduanal de su país e iniciar un juicio que duró poco, y del que lo más interesante fueron las declaraciones del agente mexicano, quien ante el juez hizo dos apreciaciones que reflejaron una inusual actitud racional de su labor en medio de la lluvia de balas.

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En sus declaraciones se exhiben elementos de lo que supondría era la visión y comportamiento mexicano, un sentido de valor respecto a cómo resolver o lavar las afrentas o agravios personales, pero también los del país. Ante el juez respondería a sus preguntas: ¿Por qué no disparó contra el agente estadounidense en su huida? No era temor, ni incapacidad, simplemente “...los mexicanos no matamos por la espalda”, es decir, no actuar de tal manera que después se le reclamara un acto de cobardía. Y “cuando lo tuvo de frente, ¿por qué no sacó su pistola y lo mató? “Porque él me hizo fuego desde el país vecino al mío y yo, respetando a este país, no quise hacer fuego. Me detuvo la consideración de no suscitar un conflicto entre mí país y el de los Estados Unidos.

Queda la incógnita de qué tan apegadas a la realidad fueron las expresiones del mexicano en los tribunales estadounidenses pero no el hecho de que los conflictos en Naco eran cosa constante y que la tensión generada crecía con otros eventos que posteriormente narraremos.

 

 

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