RELATOS DE LA FRONTERA | Ernest Narjot: un aventurero y pintor francés en Sonora

pintor historia expreso05042017wPor Dr. Ismael Valencia Ortega

Hacia el año de 1849, un joven francés arriba al puerto de San Francisco en busca de fortuna, junto con miles atraídos por la fiebre de oro californiana, y la posibilidad de enriquecimiento. Ese tumulto se compuso de toda clase de gentes, buscando un lugar en las tierras ganadas por Estados Unidos.

Algunos tenían un perfil que nos parecería ajeno al espíritu aventurero, como el de pintores o escritores, que dejaron plasmado las incidencias diarias de lo que en la Alta California sucedía, en el quehacer cotidiano de mineros, jugadores de cartas y demás ralea que se agolpaba en villas que de la noche a la mañana nacieron. De su personalidad poco se sabe, acaso los supuestos de una actitud pendenciera, involucrado en riñas.

Entre ellos estaba un pintor francés nacido en el pueblo de Sant Malo Francía, el 25 de diciembre de 1826, educado en un ambiente familiar de artistas y alta cultura, pero que sorpresivamente para 1849 desembarca en San Francisco permaneciendo en la región hasta que la fiebre aurífera concluye.

Pasados los momentos más brillantes del oro de California, endereza su rumbo a otro punto de atracción: Sonora. Coincide con las intentonas separatistas del conde Rousset de Boulbon el año 1852. Involucrados o no, todos los residentes originarios de la Francia fueron sospechosos de formar parte de la aventura separatista.

Pese al fracaso, Narjot permanece en Sonora durante trece años, durante los cuales contrae matrimonio con Santos Ortiz, mujer emparentada y miembro de la familia Corella, del pueblo de Imuris. Con esos nexos, se dedica a pintar imágenes de mineros y personajes de la elite sonorense de mediados del siglo XIX.

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La vida de Narjot, fue típica de los pintores y artistas de la época, de claro-oscuros, que conocieron gloria y miseria. Para 1865 regresa a San Francisco en compañía de su esposa, estableciendo un estudio en calle Clay nº 621 e inicia un período de productiva creatividad, pintando cuadros de personalidades y de edificios públicos, como la Universidad de Berkeley y Stanford, lo que le dio un amplio reconocimiento social.

Sin embargo, su salud empieza a deteriorarse y a sufrir afecciones en uno de sus ojos, lo que le trajo penurias que a la postre lo empobrecieron hasta su muerte en 1898, obligando a su viuda a vender la obra para sostener a su familia.

Pero la desgracia familiar no terminó con la muerte del pintor, sino que años después, en 1905, durante el terremoto e incendio de San Francisco, parte de su obra que se encontraba expuesta quedó destruida. Por fortuna, en los últimos años, se ha rescatado y encontrado parte de la misma que fue vendida y se encuentra en colecc

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iones particulares o de instituciones, caso de la colección del Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, del Museo de Oakland y la librería Bankroft de la Universidad de California.

Narjot nunca olvidó sus amistades en Sonora y por el contrario guardaba recuerdos de los mismos, siendo frecuentado en las visitas que, esa sociedad que pinóo, realizaban a San Francisco, sobre todo de aquella con la que unían un lejano cordón cultural de la patria gala, y cuyo ejemplo es la carta dirigida a Juan Pedro Camou el 13 de septiembre de 1891:

Mi querido amigo:
Le escribo algunas líneas solamente para excusarme de haber estado tanto tiempo sin darle noticias de mí. Pero fue a causa de mi ojo que me produce gran malestar cuando escribo, el cual va mejor, entretanto, creo que va a sanar y que no necesitará operación.
Cómo están doña Aglae y toda vuestra amable familia. Deme por favor buenas noticias.
El sr. Lomps ha recibido su retrato con infinito placer, le da las gracias por la molestia que se tomó de mandarle hacer una silla de montar que tanto deseaba y la espera con impaciencia, aún no ha llegado.
Es una lástima que ha pesar del placer que tendría de conversar largamente con usted, me veo obligado a parar: mi ojo me molesta demasiado.
Le suplico me presente mis afectuosos respetos a doña Aglae y todas las damas de la familia, mis afectos a las jóvenes personas y a usted un fuerte abrazo.
E. Narjot

Por fortuna, algunos de esos cuadros se encuentran en el Museo Regional de Historia de la Universidad de Sonora y en manos de algunos descendientes que aún viven en Sonora. Una rica herencia dejada por el pincel de un artista filibustero.

Por Dr. Ismael Valencia Ortega*Historiador

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