#RelatosDeLaFrontera | Hermosillo: Una revolución que se asoma

madero expreso05192017wIsmael Valencia Ortega * Historiador

El llamado a la revolución que ingenuamente Francisco I. Madero había concertado para el veinte de noviembre de 1910, parecía no haber tenido eco entre los sonorenses y en particular en su capital, Hermosillo, donde su campaña pasó sin pena ni gloria en enero de 1910.

Acaso el frustrado ataque del Teniente Coronel Severiano Talamante y sus hijos a Navojoa fue una débil señal de que el maderismo había encontrado armas dispuestas, pero que terminan derrotados y fusilados en Sahuaripa el 29 de enero de 1911.

Durante los primeros cuatro meses del año 1911, de enero a abril, tal parecía que la vida social y los negocios transcurrían con normalidad. Los revoltosos aún no llegaban a la categoría de revolucionarios. Sin embargo, los embriones de inquietudes sociales de los años anteriores madurarían.

La ruptura de las fuerzas locales de la elite, con el episodio electoral en el municipio de Hermosillo el año mil novecientos, la huelga obrera y su violenta represión en Cananea en junio de 1906, la crisis económica de mil novecientos siete que destruyo los sueños de calidad de vida de una emergente clase media, la guerra de exterminio contra la comunidades yaquis. Todo eso parecía aglutinarse y amenazar la aparente paz.

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José Camou Camou, perteneciente a una prestigiada familia de empresarios comerciales, prestamistas y agroindustriales, en su correspondencia con su hermana Cristina, de viaje en Los Ángeles California, el 10 de mayo de 1911, parece intentar dar tranquilidad, del estado de cosas en Hermosillo, aunque reconoce que su viaje para acompañarlos en la urbe californiana deberá esperar “a que se despeje un poco la situación política de la revolución”.

Esa frase dejaba en claro que el avance de los insurrectos se volvían más audaces, internándose en los pueblos de los distritos del río Sonora y Moctezuma, desde su plataforma que era la línea fronteriza y la región serrana en el norte.

La inquietud en las letras de José parecía intentar moderarlas con noticias del acontecer de su casa, tales como la salud de sus perros mascotas: “Los popies como siempre, muy callejeros, bien de salud y muy comedores“ y “que se han muerto 4 canarios, probablemente les cayó alguna epidemia”.

Pese al esfuerzo por dar una imagen de calma, se desvanece en una de sus exclamaciones: “Hermosillo está horroroso no se habla de otra cosa más que de la revolución; haciendo ya además mucho calor.” Y si en los últimos días de la primavera, Sonora y su sociedad viven el incendio revolucionario de la que José será su propio cronista, un episodio que narraremos el próximo número.

Ismael Valencia Ortega * Historiador

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