#RelatosDeLaFrontera | Un médico en busca de dinero y gloria

historia expreso06302017ewewePor Ismael Valencia Ortega*

Las épocas de bonanza arrastran al ser humano a los sitios donde se presenta la oportunidad de iniciar una nueva vida, o incluso de hacer fortuna. Tomar el camino suele constituirse en una aventura para los que dejan sus lugares de nacimiento, consientes de la duda de si lograrán sus objetivos, como si podrán retornar.

Sonora a fines del siglo XIX fue escenario para esos espíritus. De todas partes del mundo llegaron aventureros: europeos, asiáticos, mexicanos de todos sus rincones, pero sobre todos estadounidenses. La vecindad dictaba la ruta a seguir y los pueblos los recibieron esperando trajeran aportes, pero también con desconfianza y en ocasiones con rivalidad.

Esos personajes podían venir cargados de ilusiones, equipos, capitales o conocimientos. Podían ser simples trabajadores, empresarios y empresas consumadas. Comerciantes, prestadores de servicios dispuestos a proveer las necesidades que la época planteaba.

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Algunos con alta calificación, peritos mineros, metalurgistas, maquinistas, mecánicos e incluso médicos. Algunos galenos optaban por asentarse en las principales ciudades como Álamos, Guaymas, Nogales, Hermosillo, con más densidad poblacional pero otros se asentaban en pequeños pueblos, donde ejercían a la vez que elaboraban sus propios medicamentos. Daban la impresión de buscar un sitio que los aislara de su pasado inmediato.

Algunos terminaron por regresar con riqueza, pero otros se perdieron por rumbos desconocidos, dejando sus bienes a la espera de quien los reclamara. También dejaron en sus lugares de origen, familias o parejas, los que no volvieron a tener noticias después de una última carta o telegrama, desde esos remotos lugares.

Su destino, Baviácora...
Fue el caso del estadounidense William C. Wunschow, un médico originario de Chattanooga Tennessee, quien se asentara en el pueblo de Baviácora, en el Río Sonora y desapareciera el día 18 de agosto de 1899.

Fue su esposa quien denunciara su desaparición mediante una carta dirigida al Secretario de Estado. Al parecer esto sucedió después de dirigirse a Santa Elena, una mina cercana donde le enviaría un giro con un valor de 190 pesos, sin que se volviera a saber nada del médico.

La misiva de la esposa tenía un intenso tomo dramático, declaraba no contar con familia alguna que le brindara apoyo, por lo que: “Mi esposo era todo para mí; era un buen hombre, hábil y muy caballero. Siempre cumplía con su deber pagaran o no; esta agonía no es vida para mí. No tengo dinero con qué ofrecer una recompensa y estoy sin ayuda ni esperanza”.

Baviácora era una comunidad de 750 habitantes, y contaba con otro médico de quien la esposa creía que, por rivalidad profesional, había propalado la noticia de que su colega estadounidense viajaba con una petaca repleta de plata, lo que era una invitación a ser asaltado.

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En busca de apoyo
Desesperada por la falta de noticias, se dirigió al Cónsul en Nogales solicitando su apoyo para indagar sobre su esposo, sin embargo, la respuesta es testimonio de la frialdad con que el cuerpo diplomático estadounidense actuaba: “El cónsul de los Estados Unidos en Nogales ha hecho todo lo que le ha sido posible, pero dice que no hay dinero destinado a hacer las investigaciones en estos casos”.

Fue finalmente el gobierno de Sonora quien tomaría la investigación de William C. Wunschow, en parte como gesto diplomático, presionado por incidentes en la región fronteriza con Arizona que tensaba las relaciones locales con el gobierno estadounidense y, como acto de buena fe con la esposa del galeno desaparecido, quien argumentaba su insolvencia financiera para sufragar los gastos de una investigación.

Como en otros casos, el gobierno local movilizó a prefectos, presidentes municipales y comisarios de todo el estado para dar con su paradero, sin resultados positivos. El derrotero seguido por el médico, según los informes, seguía un patrón de lugares donde había actividad minera, pero al final todo quedaba en rumores, sin datos fidedignos de su paradero.

Como otros casos, no se supo más del médico, en tanto su esposa siguió tejiendo esperanzas de que volviera.

Ismael Valencia Ortega*Doctor en Historia por la Universidad de Sonora
ivalencia@sociales.uson.mx

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