#RelatosDeLaFrontera | Con los americanos estas tierras se pondrán bonitas

mapahistoria expreso08162017wwwPor Ismael Valencia Ortega*

La llegada de lo extraño inquieta a las sociedades, más cuando entre el país que recibe a los extranjeros, media una larga historia de enfrentamientos y despojos por la parte más fuerte. En la memoria colectiva termina por formarse una actitud hostil a quien puede representar una nueva amenaza a la existencia misma de un país, pero igual a las formas de vida más sencillas como la de pueblos o comunidades pequeñas.

México y Estados Unidos son el más claro ejemplo de una trayectoria como la descrita, el de una relación diplomática difícil y tensa, de franca intervención por parte de Estados Unidos en la vida política interna, desde el momento mismo en que se nombra su primer representante diplomático en la persona de Joel R. Posinsett.

Las consecuencias de esa relación fatal no se circunscriben al ámbito gubernamental, sino que poco a poco calan profundo en la población la presencia de cualquier extranjero, dándose no pocas veces actos violentos, como consecuencias del trato de una vida cotidiana en que los ciudadanos del país receptor se llegan a sentir agredidos.

La desconfianza de los gobiernos mexicanos, sobre la sinceridad de objetivos de Estados con respecto a nuestro país era manifiesta y a la menor provocación encendía los ánimos entre nacionales y extranjeros, aún en las etapas de aparente cordialidad y cooperación, como las últimas tres décadas del siglo XIX cuando se vencen las resistencias oficiales y se modifican códigos y leyes en un intento por abrir las fronteras al capital extranjero.

Algunos proyectos, como el deslinde de tierras nacionales, llegaron a generar esperanzas de apertura al mercado, pero que no tardó en generar enfrentamientos con los propietarios que sintieron amenazados sus derechos, en particular de aquellas que habían usufructuado sin una documentación que señalara tácitamente sus límites.

Las medidas federales se enfrentaron a la crítica y oposición de grupos regionales los que desconfiaban de los resultados que la inversión extranjera traería en el progreso del país. En el caso de las compañías deslindadas son conocidas las fricciones provocadas por la enajenación de suelos no titulados. Fueron varios los actores de esas reacciones. Desde las conocidas de las comunidades tradicionales, como los pueblos indios hasta la de rancheros y hacendados, y también de individuos inmiscuidos en los mismos trabajos de deslinde, en los que si bien no se relacionaban con intereses de propiedades, sí fueron manifestaciones nacionalistas e ideológicas.

 

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Hacia el 23 de mayo de 1889, el periódico oficial La Constitución publicó el veredicto sobre una causa criminal contra Romualdo Díaz, originario de Culiacán, y que laboraba en los trabajos de deslinde en el distrito de Moctezuma por el asesinato de Emilio Díaz.

“Emilio Díaz había sido despachado a la cabecera a traer algunas medicinas, y cuando volvió al campo, venía ebrio y desde luego se desató en injurias contra México y contra los mexicanos, diciendo entre otras cosas que 'los terrenos que andaban midiendo se pondrían bonitos cuando vinieran a poblarlos los americanos', lo que oído por el procesado, comenzó a contestarle, hasta que Díaz tomó su carabina y la preparó con el objeto de dispararla sobre Cárdenas. Este respondió la agresión, causando la muerte de Díaz.”

En la descripción de los hechos se aprecia precisamente cómo la sociedad se enfrenta al dilema de un esperanzador futuro de desarrollo y, por otra un profundo nacionalismo que a la mínima provocación podría terminar en una tragedia. Valga esto como recordatorio ante los discursos y tensiones sociales, cuando no se previene que el empleo no es lo único que debe justificar la presencia de capitales extranjeros.

*Ismael Valencia Ortega, doctor en Historia por la Universidad de Sonora

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