#RelatosDeLaFrontera | Peor que la cárcel: la leva al río Yaqui

carcelrelatos expreso09092017wwwPor Ismael Valencia Ortega*

Para fines del siglo diecinueve, Sonora ofrece un panorama de relaciones sociales e interpersonales, propias de sociedad básicamente rural, donde la agricultura y la ganadería eran los pilares económicos fundamentales de fin de siglo.

Con una población de aproximadamente 180 mil individuos, y con actividades como las descritas, esta se encontraba dispersa en una gran cantidad de ranchos y haciendas, donde se desarrolló una relación que rebasaba lo meramente laboral, para edificar un sistema de vida y valores morales apegados a las condiciones de la naturaleza y el empleo.

El hacendado y el ranchero no sólo son los propietarios de pequeñas o grandes extensiones de tierra, sino que personalizaron ascendencia social, poder económico y político. En él encontraron muchas rebeliones el apoyo económico, y esos mismos trabajadores, armados, eran parte de su defensa ante robo de ganado, por rebeldes apaches o abigeos.

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Los grandes propietarios son las personalidades que pueden ofrecer seguridad a cambio de fidelidad absoluta. Fidelidad ofrecida a cambio de que algunas indisciplinas pudieran ser ignoradas y no terminar con castigos en los penales o en zonas más tenebrosas como el Valle del Yaqui.

Cipriano Gámez, viejo conocido de Juan Pedro Camou, es el autor de la misiva, que, interno en la cárcel de Hermosillo el 5 de agosto de 1898, y ante el riesgo de ser enviado como tropa al Valle del Yaqui, le dirige una dramática carta pidiendo intercediera en su auxilio a fin de evitar el castigo.

"Sin duda alguna Ud. aún recordará; que en una época pasada yo estuve al servicio Ud. allá en terrenos de su propiedad (La Cabullona) donde tuve la buena suerte de ser acogido por Ud. en días infaustos para mí y mi familia; pues ud ya recordará que entonces me tocó la desgracia de ser aprehendido por mis perseguidores y desde aquella fecha pesa sobre mí, junto con mi familia la más negra de las desdicha, la odiosa y mísera prisión.
"Pues bien, señor, ya que por espacio de siete años he sufrido con resignación las amarguras y pengas del cautiverio; ya que de ningún modo se me ha concedido lo que yo esperaba de la indulgencia administrativa: hoy ya se me presenta la fácil oportunidad de salir de aquí, aunque no de una manera favorable; pues se trata de que voy a salir de soldado nacional para la guarnición del Río Yaqui y allí tendré que permanecer yo creo, hasta que cumpla el tiempo que me falta que extinguir de mi conducta; o al menos hasta que una persona influyente interceda por mí, a fin de conseguir mi propia libertad.
"Con ese motivo sr. Camou me dirijo a ud. para que se informe de mi triste y dolorosa situación y vea si puede ayudarme a conseguir mi libertad tan necesaria para mis hijos (…) para ir entonces a trabajar a sus propiedades como anteriormente protestándole yo con toda la sinceridad de mi alma y con la lealtad de hombre honrado, serle fiel y cumplido en el desempeño de mis deberes; cuidando y vigilando su propiedad como si fuera mía…"

Para Cipriano Gámez, los ranchos de Camou, en la frontera, como Cabullona, fueron un lugar para el refugio, un sitio que sin asegurarlo, daba por lo menos más esperanzas de mantenerse vivo. Así, ese espacio fue sumando una población que pronto fue detectada por otros funcionarios como la causa de indisciplina social en aquellas demarcaciones.

Por Ismael Valencia Ortega*Doctor en Historia por la Universidad de Sonora.

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