Optimismo ante un enigmático 2018

Escribimos este artículo en pleno arranque de 2018 y cuando llegamos a los primeros 61 años de vida, imbuidos todavía en el optimismo y la alegría del Año Nuevo.

Fue efectivamente 2017 un mal año para nuestro país, pero pudo ser peor de no ser por la solidaridad de muchos mexicanos y la prudencia de otros que han impedido que el país estalle en llamas.

Además del temerario Trump y de los vaivenes del peso, México sufrió daños severos por los huracanes y los terremotos, amén de las olas de corrupción, impunidad y en especial la violencia que alcanzó cifra récord con más de 28 mil homicidios dolosos.

En cualquier otra nación estos datos representarían una guerra civil, sin embargo en México se ha generado tal manga ancha que no asusta saber que somos uno de los países más peligrosos en el mundo para turistas, periodistas y últimamente para los sacerdotes.

Según la agencia del Vaticano Fides, en 2017 se cometieron 23 asesinatos de misioneros en todo el mundo, ocho de los cuáles ocurrieron en América y de ellos cuatro correspondieron a sacerdotes mexicanos.

Son 69 los homicidios dolosos en promedio que se registran por día en México para un acumulado histórico en el actual sexenio de más de cien mil. El célebre régimen violento de Felipe Calderón fue prácticamente superado por el de Enrique Peña Nieto.

Pero repetimos que por circunstancias casi milagrosas el país siguió de pie y caminando. La economía avanzó a un ritmo lento del 2.1 por ciento, pero creció a final de cuentas. Hubo generación de empleos y algunos sectores como la exportación, el turismo y la agricultura avanzaron de manera significativa.

El dólar cerró en casi veinte pesos, un valor altísimo pero pudo haber llegado a los 24 ó 25 pesos si tomamos en cuenta que a principios de año la moneda yanqui llegó a cotizarse en los 22 pesos.

En el inicio de este enigmático e impredecible 2018 queremos ser optimistas y pensar que la situación en México ya no puede agravarse más, por el contrario desearíamos haber tocado fondo para comenzar este año la reconstrucción y en especial una etapa de reconciliación nacional. La necesitamos para poder salir adelante.

Pero tampoco somos ingenuos. Este nuevo año nos recuerda al fatídico 1994 cuando el país vivió uno de sus momentos políticos y sociales más complejos de la era moderna.

Cuando la economía crecía y se estrenaba el Tratado de Libre Comercio, irrumpió el levantamiento armado en Chiapas y de ahí una ola de inestabilidad que dio paso al asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y meses más tarde al trágico “error de diciembre” que dejó sumido a México en su peor crisis en cincuenta años.

Hoy no tenemos una sublevación indígena pero en cambio vivimos una violencia crónica en varias entidades de la República, controladas por el crimen organizado.

¿Es acaso posible hablar de un país en paz y armonía cuando a diario se registran masacres, ejecuciones y venganzas que permanecen en la total impunidad?

Por todo lo anterior lo más saludable y sensato será echar mano del optimismo y trabajar juntos para sacar al país de tan profundo bache social y político.

Una de las primeras tareas será cuidar el proceso electoral para que no se convierta en un pandemónium ni en un circo manipulado por los grupos de poder.

Nunca como ahora los mexicanos estaremos obligados a votar por el candidato presidencial que ofrezca objetivamente las mejores soluciones para el país. Si ninguno convence, habrá que escoger al menos malo, pero no caer en el abstencionismo para beneficio de tal o cual partido.

Lo mismo a la hora de elegir a diputados federales y senadores, si en las cámaras legislativas predominan las caras y apellidos de siempre, además de nuevos arribistas, no llegaremos a ningún lado. Habrá que exigir a los partidos que escojan para las curules plurinominales a personas de prestigio y capacidad.

En definitiva será una última y valiosa oportunidad para que la democracia y el régimen legal se consoliden. De lo contrario pasaremos al autoritarismo o a la barbarie.

En Sonora, las condiciones son distintas al sur del país, la entidad avanza en un ambiente de estabilidad con resultados positivos en generación de empleos y riqueza.

Pero tampoco estamos ajenos a la corrupción e inseguridad. Los robos recientes de vehículos blindados y avionetas de una bodega federal, muestran la complicidad e impunidad con la que actúan bandas criminales aquí asentadas.

Asimismo la racha de crímenes no se frena como todos quisiéramos, en Nogales, Ciudad Obregón, Guaymas y Hermosillo, la inseguridad es latente.

En suma 2018 será un año clave para México y los mexicanos. Esperemos estar los ciudadanos a la altura de las circunstancias, ya basta que dejemos todo en manos de los partidos y los políticos que han complicado tanto la situación del país.

Merecemos un cambio para bien y reiniciar el camino en un ambiente de progreso, concordia y legalidad.

Noticias finales...
A propósito, ¿cómo es posible que el nuevo alcalde del Puerto de Veracruz sea el hijo del gobernador Miguel Ángel Yunes, ambos del PAN, y que el PRI escoja como su candidato a gobernar Veracruz a José Francisco Yunes? Y luego criticamos porque todo queda en familia... Sería conveniente una mayor explicación sobre el reciente recorte de cinco mil fuentes de trabajo en la planta Ford y sus proveedores. ¿Recuerdan cuando un empresario alertó meses atrás que esto ocurriría ante un aparente clima de inestabilidad laboral?

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