Más insultos del Presidente

Fueron dos recientes tuits fulminantes, hirientes y agresivos que provocaron amplia polémica y malestar social, sin embargo, no hubo acciones legales a pesar de haber sido enviados por un alto funcionario.

Ya sabemos lo peligroso y dañino que son las redes sociales cuando se utilizan sin responsabilidad y con el ánimo de causar un daño moral al adversario. Más todavía cuando el autor es una persona con poder sea político, económico y social.

En alguna ocasión escuchamos una frase muy sabia: el presidente de México no puede enojarse, toda vez que su poder es tan grande que puede causar enormes daños en un exabrupto.

Pero los perjuicios se multiplican varias veces si el presidente que se enfurece es el de Estados Unidos, cuya fuerza política, económica y militar es enorme y a nivel internacional.

¿Imaginan el caos mundial que provocaría un mandatario yanqui si en un arranque de cólera acciona los códigos para lanzar un ataque nuclear?

Donald Trump no ha llegado a tal extremo, pero sí utiliza de manera cotidiana y envilecida el poder de su cuenta en Twitter para denostar a cuanto adversario se le atraviesa sin recordar que sus palabras son seguidas y en ocasiones creídas por buena parte de los usuarios del Internet.

¿Con qué derecho el inquilino de la Casa Blanca humilla a LeBron James, considerado el basquetbolista número uno del mundo, sólo para defenderse de las acusaciones en su contra por dividir al deporte en lugar de unirlo?

Sin más el mandatario dijo en su tuit que LeBron se vio inteligente en una entrevista, gracias a que fue entrevistado por Don Lemon, el hombre más tonto de la televisión.

Las diferencias entre el ahora estrella de los Lakers y Donald Trump vienen de meses atrás, entre otras cosas porque el mandatario se ha dedicado a denostar a los atletas que protestan durante el canto del himno norteamericano al inicio de los partidos.

Quien también debió tragar gordo fue el comentarista Lemon por tan desagradable ataque de Trump. Por suerte los agredidos decidieron ignorar los agravios al tiempo que destacadas figuras del deporte y de los medios reconocieron a LeBron James y a Don Lemon.

El segundo insulto, más desagradable y condenable, lo lanzó hace unos días en contra de su ex colaboradora Omarosa Manigault, afroamericana que fue despedida en diciembre del año pasado tras ocupar un cargo directivo en el área de comunicación en la Casa Blanca.

Manigault trabajó con el mandatario durante su reality show “The Apprentice” y hace unos días divulgó grabaciones de charlas privadas con Trump y el general John Kelly en donde supuestamente el presidente utiliza expresiones racistas contra la población negra y filipina.

A su estilo, Trump respondió con un agresivo tuit en donde le dice loca llorona y perra a Omarosa lo que calentó las redes sociales creando una vasta controversia en la población norteamericana.

¿Tiene derecho un presidente de un país a defenderse de sus detractores a través de agresiones y exabruptos personales en lugar de simplemente admitir o negar las acusaciones?

¿Debe existir una ley que castigue a los hombres del poder por utilizar los medios de comunicación y las redes sociales para humillar y ofender a sus enemigos políticos?

Aceptamos que el silencio es la mejor respuesta para los ataques viscerales de Trump, pero ¿por qué la sociedad norteamericana tan civilizada y organizada no ha puesto un alto a los desagradables mensajes de su presidente?

Francamente da miedo pensar hasta donde puede llegar una figura tan poderosa como Trump al no lograr controlar sus impulsos y arranques luego de casi veinte meses de gobernar al país más poderoso del mundo.

Noticias finales…
Esperemos que estos malos ejemplos de allende del Bravo no sean imitados en nuestro entorno político cuando sabemos que está por llegar al Presidencia un personaje que gusta del manejo de la autoridad y del poder… A propósito, suman más de 350 medios norteamericanos los que se unieron para defender la libertad de prensa y denunciar a Trump por llamar “enemigos del pueblo” a los periodistas. Al parecer los comunicadores están hartos del insistente “bullying” presidencial y han decidido enfrentarlo con artículos y editoriales de protesta.

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