Hacia la elección de los atónitos

La próxima sorpresa. México entró de lleno a la época en que el horizonte de lo posible se ha abierto tanto que prácticamente nada es imposible, resumo tras la lectura de "Política para perplejos" del profesor vasco Daniel Innenarity, huésped distinguido de este espacio en miércoles anteriores. El también autor de "La política en tiempos de indignación" sostiene que cada vez tenemos más la sensación de que en política cualquier cosa puede suceder, de que lo improbable y lo imprevisible ya no lo son tanto. Y así, las majaderías del fin de semana de Trump contra su vecino canadiense Justin Trudeau y la amenaza de cancelar el comercio con los otros seis países más ricos, eran impensables la víspera, igual que el encuentro esta semana del estadounidense con el dictador de Norcorea. Hostilidad con las democracias históricamente aliadas y arrumacos con dictaduras histó

Los lectores y las audiencias de los medios tendemos a recuperar la estabilidad arrebatada por algún mensaje perturbador con un mecanismo defensivo llamado "Disonancia cognitiva": Si soy fumador irredento y leo que 90% de los que fuman como yo morirá temprano de cáncer, en lugar de dejar de fumar, me convenzo de que yo pertenezco al 10% restante. Por eso cuando escuchábamos las diatribas de Trump en campaña, tras la indignación por sus injurias y calumnias, tendíamos a tranquilizarnos con la idea de que un personaje así no podía ser elegido. Y así lo dejaban ver las encuestas. E incluso cuando fue elegido, tratábamos de convencernos de que la retórica envenenada de campaña se tornaría interlocución pragmática, ya en el poder. Por eso hoy nos mostramos sumidos en la confusión y la incertidumbre al asistir a la radicalización y a la materialización de aquella retórica en un feroz proyecto destructivo del entramado de acuerdos económicos, de seguridad y de paz tejido arduamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Y por eso, inscritos en la misma dinámica, los mexicanos parecemos marchar a la elección presidencial de dentro de dos semanas y dos días, unos, atónitos, estupefactos, espantados o pasmados; otros, eufóricos, también hay que decirlo, forrados con esa armadura de certidumbre que tiende al fanatismo, como observa Innenarity. Pero como también plantea este profesor de filosofía política de la Universidad del País Vasco, lo que hoy convierte a la política en algo tan inquietante es el hecho de que sea imprevisible cuál será la próxima sorpresa que la ciudadanía les está preparando a sus políticos.

Poder de anticipar. Que todo sea posible y la sorpresa resulte cotidiana abre un nuevo flanco de angustia por haber perdido el poder de anticipación sobre el mundo que nos rodea. Pero este hecho también obliga a ajustar nuestros instrumentos y metodologías de análisis. Por ejemplo, están las encuestas, que en Estados Unidos infravaloraron las posibilidades de triunfo de Trump, con su ruptura de reglas y su lenguaje tóxico, dice este investigador, mientras en México, habría que agregar, podrían estar sobrevalorando las posibilidades de AMLO si, como sería probable, fallan al utilizar un instrumental del pasado para medir las novísimas actitudes y los cambiantes comportamientos de los votantes.

Debate. Estas notas se enviaron antes del debate de anoche, mismo que probablemente agregó nuevos factores de estupefacción. Candidatos y coaliciones con difusos referentes ideológicos frente a un electorado presa de un malestar difuso contra un difuso establishment, y votantes que en las encuestas se inclinan por amplio margen en favor de un candidato que había ondeado la bandera anti establishment pero que hoy parece haber conquistado o haberse plegado al establishment. Paisajes ideales para la inminente elección de los atónitos.

José Carreño Carlón
(Director general del Fondo de Cultura Económica)

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