Peritajes honestos y castigos ejemplares

El paso exprés del socavón de la tragedia no es otra cosa que los cuatro carriles originales, ahora confinados, de la autopista México-Acapulco, con tres carriles más de cada lado, sumando diez.

La obra consistió en consolidar el ancho de la carretera y colar una carpeta de concreto hidráulico, suministrado y colocado por una prestigiosa trasnacional mexicana especializada: Cemex.

Antes, claro, las autoridades implicadas, los ingenieros de las empresas autoras del proyecto, de la ejecución y supervisión de la obra, debieron considerar, entre otros muchos factores, los relativos al desagüe.

Lo que procede es que se nos garantice que peritos de probada honestidad realicen los estudios técnicos y científicos que esclarezcan, inequívocamente, las causas reales de lo sucedido y, a partir de sus dictámenes, fincar responsabilidades a quienes por acciones u omisiones provocaron lo que a todas luces era evitable.

Especular sale sobrando o, peor aún, desviará la atención de lo verdaderamente importante: hay víctimas inocentes y deben imponerse castigos ejemplares.

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