Tan claro como el agua

En enero de 2008, el secretario federal de Seguridad Pública, Genaro García Luna, dijo una obviedad que indignó a las "buenas conciencias": el narcotráfico tiene "base social".

Seis meses después, Financial Times dio como nuevo algo evidente que solía decir el titular del Cisen, Guillermo Valdés: "El Congreso no está exento de la posibilidad de que el dinero de las drogas se haya infiltrado en las campañas…”.
Y el grillerío se escandalizó de nuevo.

Hoy habrá quienes se escandalicen por la alerta del director del Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Marina Armada, contralmirante Martín Barney Montalvo: En algunos lugares, “los capos se convierten en actores políticos de facto, con capacidad de influir en el sector económico y social. A veces el capo llega a usar su influencia para apoyar la campaña de algún candidato, de quien se espera subordinación; en este caso, el capo socava la legitimidad del Estado y gana impunidad para imponer su autoridad e influir en la vida de los ciudadanos, quienes ven debilitado al gobierno…”.

A ver hoy quién chilla.

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