El Día del Maestro era la ocasión diseñada para que el Presidente en turno se luciera con el magisterio

TRADICIONALMENTE, el Día del Maestro era la ocasión diseñada para que el Presidente en turno se luciera con el magisterio, luego de varias semanas de rudas negociaciones salariales.

SIN EMBARGO, ¿qué conejo podría sacar hoy de la chistera Enrique Peña? Porque aunque los maestros estarán este mediodía en Los Pinos, en realidad el tema estará en los templetes de los candidatos presidenciales.

POR UN LADO está Andrés Manuel López Obrador que insiste en echar abajo la reforma educativa, pese a que organismos civiles y de padres de familia advierten que los afectados serían quienes deberían ser los únicos beneficiarios: los alumnos.

INCLUSIVE el fin de semana el de Morena se dejó ver de la mano con Rafael Ochoa Guzmán, ex dirigente del SNTE y mano derecha de Elba Esther Gordillo; así como los líderes de la CNTE en Oaxaca.

EN CONTRAPARTE están Ricardo Anaya quien fijó un punto medio: hay que mejorarla; y José Antonio Meade que sale a defenderla a capa y espada, en consonancia con la postura de grupos especializados en el tema educativo, como Mexicanos Primero.

CON un millón de afiliados en todo el país, no es de extrañar que hoy todos los candidatos quieran ser los consentidos de los profesores.

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A DIOS rogando y con el auditor revisando, así andan en estos días en la Arquidiócesis Primada de México.

TRAS su llegada a la curia metropolitana, al cardenal Carlos Aguiar le causó extrañeza encontrarse unos cuantos miles de pesos en las arcas de la Basílica de Guadalupe, por lo que ordenó una auditoría a la caja general.

MONSEÑOR Aguiar ha dejado muy en claro que le importa poner orden, por lo que ha estado metiendo mano en temas muy simbólicos de la anterior administración.

CON Marilú Esponda como estratega, puso a revisión de fondo el modelo de comunicación de la Arquidiócesis, principalmente el semanario "Desde la Fe", que tanto gustaba a Norberto Rivera. Eso explica, dicen, que lleve tres meses sin publicarse su influyente editorial, que a veces pesaba más que la propia homilía del cardenal y no quedaba claro a qué santo veneraba.

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EN SU gira por Tamaulipas, donde tuvo que rentar camionetas blindadas porque las cosas allá "no están para jugarle al austero", Jaime Rodríguez se aventó una de antología: dijo que si gana la Presidencia se irá a vivir a ese estado para acabar con la inseguridad.

MÁS de un tamaulipeco se sigue preguntando cómo piensa lograr en Tamaulipas lo que no pudo en Nuevo León, siendo gobernador. ¡Ah, raza!