El golpe militar en Myanmar
Hace años, muchos celebramos el Nobel de la Paz que había sido otorgado a Aung San Suu Kyi, la activista política de Birmania, país también conocido como Myanmar. Luego, en 2010 celebramos el final de su arresto domiciliario y, tiempo después, sus victorias electorales. Las cosas en el planeta, pensábamos, después de todo pueden cambiar. Hoy, no obstante, vemos que Suu Kyi es nuevamente apresada por el ejército. A continuación, unas notas al respecto:
1. En noviembre hubo elecciones en Myanmar. El partido de Suu Kyi, la Liga Nacional por la Democracia (LND), venció abrumadoramente. La cúpula militar desconoció los resultados y alega que se cometió un fraude masivo. Las negociaciones con el poder civil se rompieron, el ejército decretó un estado de emergencia que durará un año y aprehendió a Aung San Suu Kyi, al presidente Win Myint y a varios funcionarios. Suu Kyi, por cierto, está acusada de "importar ilegalmente al menos 10 walkie-talkies". Tal cual.
2. Se trata del punto de quiebre, el más reciente capítulo de una muy compleja historia en la que, tras una dictadura militar de 50 años, cuando en 2010 Aung San Suu Kyi fue liberada del arresto domiciliario que sufría, la junta militar que gobernaba el país se disolvió y se decidió que el poder podía ser compartido entre el ejército y los civiles.
3. Suu Kyi y su partido obtienen victorias electorales importantes en 2015 y eso les brinda un considerable músculo de negociación. Pero a su vez, la percepción que los actores políticos tienen sobre esa lideresa, quien opera como Consejera Estatal y Ministra de Asuntos Externos, va cambiando con el tiempo. Muchas personas en Myanmar se refieren a ella como una figura con rasgos autoritarios o poco democráticos.
4. En 2017 a raíz de ataques de grupos militantes pertenecientes a la minoría étnica musulmana Rohingya, el ejército birmano combate a esa militancia empleando tácticas represivas brutales contra la población civil que terminan por provocar un exilio masivo de los Rohingya hacia Bangladesh. Estas acciones represivas, muy criticadas internacionalmente, fueron justificadas y defendidas por Aung San Suu Kyi, lo que le costó su popularidad global.
5. Más allá de eso, hubo probablemente un error de cálculo. No sólo en Myanmar, sino a nivel internacional, se consideraba que las posibilidades de un golpe de Estado en ese país eran muy bajas.
Los militares tenían lo que querían: ser percibidos como actores responsables que supieron abrirse, abrir a su país al mundo y reducir las sanciones internacionales, pero al mismo tiempo conservaron una importante porción del poder. Bajo esa óptica, no tendrían la necesidad de cometer un golpe de Estado que nuevamente podría provocar sanciones y aislamiento. Así lo leyó Suu Kyi y por ello durante el último año intentó cortar los privilegios de los militares en temas como su porcentaje de asegurado en el parlamento.
Luego vino la abrumadora victoria de la LND en las elecciones de noviembre. Los militares vieron su poder cada vez más erosionado y quisieron negociar con los civiles, pero Suu Kyi consideró que no había razón para negociar.
6. Además, está la coyuntura internacional: La pandemia, la crisis económica, las crisis sociales y políticas, tienen a la mayor parte de gobiernos altamente ocupados y distraídos. Por último, dado el contexto de rivalidad entre superpotencias, los militares en Myanmar quizás consideran que EU buscará no aislarlos completamente para no provocar que China llegue a ocupar ese espacio de influencia.
7. Lo que sigue ahora depende de hasta dónde decide empujar el ejército pues de ello dependerá si la respuesta internacional es limitada o más robusta.