¿Estoy seguro de mi fe?
1) Para saber
Con cierta frecuencia hay diálogos en que cada parte defiende su opinión sin llegar a ponerse de acuerdo. Hay temas que son opinables y es válido pensar distinto: sobre los equipos de un deporte, el gusto por ciertos alimentos, el arte, los mejores lugares para visitar, etc. Pero cuando se trata de la religión, que atañe a creencias muy personales, no siempre es fácil el diálogo, pues lo que se expresa es algo muy serio.
No obstante, hay una gran diferencia entre la religión y los temas opinables: en la religión católica, quien ha establecido los principios y verdades fundamentales es el mismo Dios. Por ello, quien profesa esa fe, cree lo establecido en ella, aunque no sepa explicarla con facilidad. Pero ello no disminuye en nada la fuerza de la seguridad de su creencia.
¿Cómo se asegura que con el paso de los años no se haya deformado o adulterado lo revelado por Dios? El Papa Francisco nos advierte que “el Espíritu Santo evita que la doctrina se equivoque, y evita que permanezca parada allí sin crecer en nosotros”. Para evitar el error, Jesús prometió enviar al Paráclito. Pero, ¿qué significa “paráclito”?
2) Para pensar
La palabra “paráclito” viene del griego y, dice el Papa Francisco, significa “el que sostiene, el que defiende, el que te acompaña para no caer, el que te mantiene firme, el que es cercano a ti para sostenerte”.
Así, al Espíritu Santo, que es Dios, se le conoce también como “Paráclito”, pues es quien acompaña a la Iglesia para que nunca caiga en el error o se desvié de la verdad. Esta es la razón de la seguridad en la creencia de lo enseñado que, por ser realidades profundas, no se ven con plena claridad.
Tal vez hoy en día se respetan más las diversas opiniones que en otras épocas. Sin embargo, ese respeto no significa aceptar como verdaderas los distintos pareceres. Uno puede y debe respetar a las personas aunque piensen distinto. Mas no por ello, he de aceptar como verdaderas sus opiniones. En cuestiones de fe, no se defiende una opinión personal, sino se está aceptando una verdad que no viene de mi parecer, sino de Dios mismo. Ello no es intolerancia, sino estar convencido de la verdad recibida. Si en un plano matemático no estoy dispuesto a aceptar que dos más dos sean cinco, ello no significa ser intolerante. En el plano de las afirmaciones religiosas enseñadas por la Iglesia, también se está convencido de su verdad.
3) Para vivir
Dos son las acciones que se le atribuyen al Espíritu Santo, señaló el Papa Francisco: enseñar y recordar. Por una parte, nos enseña la doctrina de Jesús, y cómo desarrollar nuestra fe sin equivocarnos. Así, podemos comprender la fe cada vez más. Porque la fe puede crecer. Es como los árboles, que siendo los mismos, cada vez son más grandes, con más fruto.
En segundo lugar, el Espíritu Santo es como la memoria. Nos recuerda lo que Jesús dijo, nos mantiene despiertos en las cosas del Señor. Así, el Espíritu Santo: “te guía para discernir qué debes hacer ahora. Cuál es el camino bueno y cuál el equivocado. También en las pequeñas decisiones. Si nosotros pedimos la luz al Espíritu Santo, Él nos ayudará a discernir para tomar las buenas decisiones. Las pequeñas de cada día y las más grandes”.