La 4T contra el INE
Los resultados oficiales de la elección presidencial del año 2006 tuvieron serios impactos sobre Andrés Manuel López Obrador, le agriaron el carácter y lo exhibieron como lo que es: un hombre que no sabe perder.
Unos meses antes del día de la jornada todas las encuestas anticipaban su triunfo, pero la distancia se fue acortando hasta que al final se quedó a menos de un punto.
La campaña financiada por los más ricos que advertía que López Obrador era "un peligro para México", sumada a una soberbia que lo llevó a rechazar alianzas que le habrían dado el triunfo y algo más, lo dejaron en la orilla. A partir de entonces, Carlos Salinas de Gortari cedió su lugar como "villano favorito" a Felipe Calderón, y el Instituto Federal Electoral (IFE) se convirtió en el objeto de todos sus odios.
En un ejercicio chusco, Andrés Manuel rindió protesta como presidente legítimo, con su gabinete legítimo y sus promesas legítimas. Desde entonces, pareció prometerse a sí mismo que sepultaría al IFE (hoy INE), una de las instituciones más valiosas de la balbuceante democracia mexicana; en eso anda.