Más evidencia sobre corrupción y crimen transnacional
La corrupción no es sólo un problema local. Las redes transnacionales que la alimentan componen un complejo sistema, y, por tanto, no pueden ser combatidas únicamente pensando en partes aisladas de ese sistema. Lo mismo sucede con el crimen organizado, el terrorismo y los crecientes nexos entre ambos. La cuestión es que vivimos un golpeteo a la cooperación internacional precisamente cuando a países como el nuestro más nos debe importar su fortalecimiento. Para ejemplificarlo, enfoco el texto de hoy en nueva evidencia sobre el tema.
Primero, los nexos entre crimen organizado y terrorismo siguen creciendo. En este espacio explicábamos hace poco que las autoridades italianas confiscaron un importantísimo cargamento de anfetaminas -el mayor de la historia- que estaba siendo introducido en ese país por nadie menos que ISIS. La utilización de narcotráfico (y en general, actividades criminales) por parte de organizaciones terroristas para financiar sus operaciones no es algo nuevo, pero sí ha estado creciendo.
Ese camino no es de una sola vía. Piense por ejemplo en el caso de Mozambique, en donde desde 2017 se originó una rebelión. Ese año, un grupo de insurgentes ocupó el puerto de Mocímboa da Praia por dos días, una localidad de la zona de Cabo Delgado ubicada a 60 kilómetros de la importante planta de gas en Palma. Desde esa fecha los insurgentes han vuelto a ocupar el puerto en dos ocasiones más, la última de ellas apenas el pasado agosto. ¿Quiénes son estos grupos insurgentes? La prensa los identifica como militantes afiliados a ISIS. Sin embargo, su afiliación a esa organización es relativamente reciente. De acuerdo con la BBC, el motor de los ataques en Mozambique es una mezcla entre la pobreza y la corrupción locales. Contrabandistas de la zona han reclutado a jóvenes militantes y los han mezclado con sus agrupaciones delictivas ofreciéndoles altos pagos por sus “servicios”.
Más cerca de casa, BuzzFeed publicó esta semana una profunda investigación que examina miles de documentos secretos y revela el involucramiento de varios de los más importantes bancos en Occidente en el lavado de miles de millones de dólares. Los documentos detallan “transacciones sospechosas” que consisten en el oxígeno que permite la operación de organizaciones terroristas y criminales de todo el globo. La cuestión es que Washington, dice BuzzFeed, es incapaz de detener estas redes. Por supuesto que lo es, porque se trata, como dije, de factores sistémicos.
Ese sistema -donde hay traficantes de drogas, de rubíes, de marfil, de combustibles, de personas, y en donde también hay grupos militantes, insurgentes y terroristas, banqueros, funcionarios, policías y militares corruptoses el mismo en el que países como el nuestro estamos sumergidos, con todo y nuestros problemas específicos que a veces consideramos son solo originados desde adentro. Lamentablemente, sin embargo, no es así. Tenemos por supuesto que afrontar nuestras propias debilidades estructurales, abatir la impunidad y combatir la corrupción al interior de nuestras fronteras. Pero de igual importancia -no menos- es llevar a cabo esfuerzos coordinados para atender, de manera colaborativa con otros gobiernos e instituciones internacionales, los factores sistémicos que permiten y favorecen la existencia y proliferación de redes internacionales de crimen y corrupción.
Eso hace que, inescapablemente, la dimensión internacional de la construcción de paz cobre relevancia no por lo que podamos hacer por otros “allá afuera”, sino como parte intrínseca de los mismos fenómenos que queremos combatir.