Perder el poder
Jorge Islas
No fue Maquiavelo quien nos dijo cómo es que se pierde el poder democráticamente, con todo y su gran erudición y amplia cultura de los clásicos grecolatinos. Fueron los constituyentes de Filadelfia en 1787, al redactar la primera constitución federal escrita, los que precisaron en breves líneas, las reglas por las cuales un presidente puede perderlo por medio de elecciones o bien a través de un juicio político para ser destituido del cargo, por haber incurrido en actos considerados como de traición, soborno u otros delitos mayores. En el primer caso, hay una explicación simple. Un presidente en funciones que busca ser reelecto, no logra mantener una mayoría electoral en su favor, y con ello tendrá que entregar el cargo y los poderes conferidos al nuevo presidente electo en una fecha determinada. En el caso de los EU, pero creo que también aplica en otros países, la regla no escrita dice que el ciudadano premia o castiga el desempeño de un presidente con la cartera en la mano. Sí la economía funciona, muy probablemente será reelegido por un mandato adicional. Por supuesto que hay otros factores que también cuentan y son importantes, como es el tipo de personalidad y liderazgo con el que se conduce un presidente. Hay algunos ejemplos de líderes carismáticos, decentes, empáticos y en contrario hay otros soberbios, corruptos y antipáticos. En años recientes se han sumado también los presidentes frívolos e ignorantes. En el segundo caso, aplica un mecanismo que busca limitar y sancionar los excesos de poder en los que ha incurrido un presidente en el ejercicio de sus funciones. Se da inicio a un proceso, en donde, se presume que hay abuso o un manejo arbitrario de la autoridad que la ley le confiere, para obtener beneficios personales, lo cual es inadmisible en cualquier democracia. Lo cierto es que la destitución de un presidente de los EU, vía un juicio político es casi imposible de llevarse a cabo. Desde que apareció como un mecanismo constitucional, hace más de 230 años, únicamente se ha celebrado en dos ocasiones, y en ambos casos, no fueron despedidos ninguno de los presidentes que fueron acusados de traición y perjurio. En el caso de William Clinton, con independencia de sí tuvo o no, una relación extramarital que negó bajo juramento, la buena conducción de la economía y un partido disciplinado, fueron sus mejores escudos de defensa, para no ser declarado culpable. Con estos resultados ¿se puede decir que el juicio político es un fiasco? Yo creo que no. Esto demuestra que fue creado para advertir a cualquier presidente por poderoso que fuera, que no debería de ir más allá de lo que la ley le permite, ya que un congreso adverso lo puede poner en el banco de los acusados, para evidenciar ante la opinión pública, especialmente ante futuros electores, las acciones que ha llevado a cabo en nombre de un país y con el dinero de los contribuyentes, para torcer la ley y con ello lograr beneficios personales. Es una pieza de gran inteligencia, porque no incita irresponsablemente a un golpe de estado ni a la anarquía política, simplemente invita por medio de incentivos y posibles castigos, a que los presidentes se conduzcan con una base mínima de probidad y sentido común. En días recientes han dado inicio las audiencias que habrán de valorar si hay elementos y méritos suficientes, para accionar el juicio de destitución de su actual presidente. Los demócratas tienen mayoría en la Cámara que puede iniciar el proceso, no así en el Senado, que es la instancia que decide finalmente su posible responsabilidad. Así que ya sabemos anticipadamente el resultado de lo que viene, pero el verdadero efecto se verá hasta noviembre del 2020. Maquiavelo no anticipó las reglas constitucionales para perder el poder, pero sí los motivos para mantenerlo, ya que siempre han sido los mismos. (Cónsul General de México en Nueva York)