Rusia escala su involucramiento en Venezuela

La dimensión internacional del tema venezolano está cobrando mayor relevancia. Este asunto se ha insertado ya de lleno en la conflictiva que enfrenta a Rusia con EEUU. Hace unos días Moscú envió a Caracas dos aviones con unos 100 militares además de 35 toneladas de equipo. Ya habíamos visto demostraciones similares. No obstante, la notoriedad con la que el Kremlin envió a dichos militares, además de los posteriores intercambios retóricos entre Washington y el Kremlin, parecen indicar que eso que ya se venía dibujando, tiende a escalar.

Queda claro que la situación en Venezuela es el producto de un largo proceso de deterioro interno que lleva años y que tiene facetas económicas, políticas y sociales. Sin embargo, también hemos explicado que el haber lanzado una ofensiva diplomática contra Maduro, podía resultar no en una transición democrática y pacífica, sino en la radicalización de actores. Esto se debía, indicábamos, a al menos dos factores, uno interno y otro externo. El interno tenía que ver con la fuerte posibilidad de que la cúpula militar o un sector de ella permaneciera a lado del presidente, o bien a otro tipo de escenarios, no necesariamente los deseados por quienes buscan la paz y el bienestar para la sociedad venezolana. El segundo factor era el respaldo internacional con el que Maduro contaba.

Sin embargo, incluso ese escenario se ha quedado corto y esto, probablemente, debió haber sido previsto. Putin está desplegando, una vez más, una demostración de fuerza que le hace proyectarse como un mandatario que no solo tiene poder, sino que está dispuesto a emplearlo con tal de desafiar a Washington. La cuestión es que, en otros sitios como Siria o Ucrania, Moscú estaba protegiendo lo que considera su propia órbita de influencia y su posición geoestratégica. En cambio, con Venezuela, Moscú cruza una línea roja pues reta un espacio percibido por EEUU como su propia zona de seguridad: el hemisferio occidental.

La visibilidad que adquirió la demostración militar del fin de semana parece indicar que Venezuela es un territorio que importa a Moscú. Esto podría sustentarse distintos factores. Están obviamente los intereses económicos del Kremlin. Pero hay otros como, por ejemplo, la determinación para demostrar que Moscú sí defiende a sus aliados. Sobre todo, Venezuela funciona como un espacio para librar batallas que en este momento pueden resultar muy útiles para Putin. El despliegue ruso en Caracas podría servir para disuadir materialmente a Washington de una intervención, o simplemente para exasperar psicológicamente a los sectores más duros en la Casa Blanca, pues busca proyectar aspiraciones y capacidades por parte del Kremlin no en cualquier parte, sino en la misma órbita de influencia de EEUU. Tampoco se puede descartar el que Rusia use a Caracas como carta de negociaciones para obtener concesiones en otros temas.

En suma, hace unas semanas nos preguntábamos hasta dónde estaría dispuesto Putin a respaldar a Maduro. Venezuela no es Siria. Por consiguiente, si bien la gama de réditos que el Kremlin puede obtener por mantenerse al lado del presidente es considerable, los riesgos de hacerlo podrían terminar pesando más que esos beneficios. Sin embargo, las dudas parecen estarse disipando. Moscú está escalando su nivel de apoyo a Miraflores y lo está haciendo de manera notable y visible. Esto implica que el conflicto venezolano se ha insertado de lleno en una serie de temas internacionales que si no fueron considerados cuando se lanzó la ofensiva diplomática contra Maduro, ahora mismo tendrían que ser repensados.

Mauricio Meschoulam
(Internacionalista)
Twitter: @maurimm