Aceptar y resolver conflictos
Siempre hay un lado en la responsabilidad del líder que es vital e importante.
Por supuesto que hay muchas otras, pero la que es invariable se refiere a los conflictos y su resolución. Cuando estos desacuerdos se presentan en cualquier nivel de la organización no es posible alejarse de ellos, así que lo mejor es estar preparados para escuchar, obtener contexto y apoyar tomando una decisión objetiva.
Tuve varias historias con jóvenes estudiantes donde por mi posición tenía la responsabilidad de dirigir y ser responsable de los comités disciplinarios.
De hecho era lo único que no me gustaba de mi trabajo pero entendía la importancia en llevarlos de manera impecable no sólo por la implicación legal y cuidado en imagen de la universidad, sino en la trascendencia para que el alumno se llevara un aprendizaje tangible que impactara directamente y de manera positiva en su formación integral como persona.
En una de muchas ocasiones se presentó un problema grupal, así que en cada sesión se tuvieron muchas versiones donde quienes integramos el comité debíamos escuchar cada una de ellas para
no caer en juicios, poder cruzar información, validarla y tomar decisiones que fueran de acuerdo con la participación individual y la forma en que ésta se enfocara en el aprendizaje, además consecuencia de sus acciones. Es decir, no podíamos quedarnos o creer una sola versión por lo que tomamos el tiempo necesario para hacerlo correctamente. Con ello siempre buscábamos la sana convivencia y un campus saludable para toda la comunidad.
Esto sucede igual cuando el conflicto es entre dos personas: no podemos quedarnos y menos reaccionar con una sola versión, debemos ser observadores desde diferentes ángulos para cambiar la perspectiva y contribuir al bien común.
De esas experiencias es que en esta columna te comparto varios puntos para atender y dar soluciones en momentos de conflictos:
- Sé firme con tus puntos de vista.
- Nunca hagas juicios y menos muestres enojo o agresividad.
- Si te sientes enojado no lo demuestres y mejor exprésalo con palabras que muestren tu interés por resolver.
- Evita acusar y dar sermones.
- Concéntrate en ejemplos concretos. Un error común son las acusaciones generalizadas como “siempre eres muy…”. Separa cada caso, permanece en la situación actual.
- No saques a relucir viejos desacuerdos o problemas del pasado. Atiende el problema de ese momento y soluciónalo.
- Asume la responsabilidad. Aunque exista un comité u otro líder directo tú facilita el proceso y adquiere el compromiso de cualquier decisión.
- Evita culpar. No condenes o juzgues a ninguna de las partes involucradas.
- Concéntrate en el problema. Al permanecer concentrado en un problema a la vez obtendrás un progreso real hacia la resolución.
- Sé claro, honesto y sincero. Evita comentarios ocultos, sarcásticos e insinuaciones.
- Escucha y entiende las preocupaciones de cada persona. Aplica la escucha activa asegurando que comprendas cada punto de vista.
- Fomenta la participación abierta. Asegúrate de que todas las partes hayan participado con apertura y lleven un aprendizaje.
- Asegura que no crean que es un “yo contra ti” y modifícalo por “resolveremos el problema”. Recuerda que el objetivo no es que alguien se vea afectado sino aclarar los errores y resolver los problemas.
Nuestro propósito como líderes, siempre que surja un malentendido, es aceptarlos, enfrentarlos y solucionarlos, así que te invito a poner en práctica estos puntos en cualquier área de tu vida (familiar, laboral) donde demostremos que ningún conflicto debe ser más grande que nuestro compromiso con los demás.
“No hay nada más constructivo que un conflicto bien administrado”: Martha Lucía Buraye.