Comida que hace milagros
No creo poder asistir, sería muy complicado--Yo me encargo, ¿qué necesitas?-
-Es que no puedo caminar, tendría que entrar en silla de ruedas, además llevaría a mi mamá, porque no puedo mover la silla por mí misma –
-¡Alhuatee,ya llegó la invitada!-
Pancho salió presuroso al estacionamiento, era casi mediodía, el sol estaba en lo más alto; se acercó a la puerta del vehículo y tomó a Nidia en sus brazos, guiado por su mamá, la acomodó en la silla de ruedas que había sacado Carlos, el vigilante, de la cajuela. – Mamá, ¡los globos, se nos olvidan! – Patricia los sacó de carro y los ató a la mano de Nidia, su enfermedad no le permitía sostenerlos por completo.
Con ayuda de otros compañeros, la llevaron al interior de la oficina, justo a la entrada del estudio de televisión. Durante 7 años, una cama y el televisor fueron los amigos inseparables de Nidia; sus brazos y piernas: su mamá. Postrada, sin mucha capacidad de movimiento, pasaron frente a ella navidades, cumpleaños, tardes de dolor, noches de insomnio, y afuera la vida seguía: sus
amigos terminaron la carrera, encontraron el amor, se desarrollaron profesionalmente, se convirtieron en adultos independientes; pero a Nidia, la artritis reumatoide le hizo una mala jugada a los 20 años.
Todo había iniciado con episodios de cansancio y mareo que se convirtieron en un dolor paralizante. Después de 3 meses de recorrer hospitales y especialistas, fue diagnosticada. -¡Chío, ya vamos al aire en 10 minutos!- Gente entraba y salía del estudio: camarógrafos, asistentes, escenógrafos. Patricia tomaba a Nidia de la mano mientras veía, expectante, el trajinar del staff, invitados y colaboradores. Al final, cuando ya estuvo todo listo, la encaminaron a su lugar, a la mesa principal, su mamá tomó asiento junto a ella.
-¡5, 4, 3, 2…!- Inició el programa que por años había visto desde la cama, interactuando periódicamente con el conductor vía Facebook, medio por el cual había recibido la invitación para asistir al aniversario.
Nidia tuvo que ser sometida a 4 cirugías, una por año, para ayudarle a recuperar la movilidad de sus piernas, así como la capacidad de valerse por sí misma. El rostro cansado y siempre alegre de su mamá lo decía todo: una entrega completa, en cuerpo y alma, al tratamiento de su hija; renunciando a momentos que la vida se llevaba con los años y no regresarían jamás.
Cuando terminó la transmisión del programa, bajé del estrado, me quitaron auriculares y micrófono, una foto con el pastel y acudí de inmediato a conocer a Nidia, me entregó los globos y nos abrazamos, su mamá agradeció la invitación con una gran sonrisa. Al final Nidia me dijo – Chef, te quiero prometer algo: ¡voya regresar caminando!- Al cabo de 4 años, Nidia llegó por su propio pie al estudio, empezó a estudiar una carrera y terminamos trabajando juntos en Telemax.
Y todo gracias a la comida, a la que se preparaba diariamente en el programa. Sí, la comida une, hace milagros: podemos encontrar el amor de nuestra vida sentados en una mesa, podemos resolver un conflicto familiar a la hora de comida, podemos escuchar a quien necesita de nosotros bajo el pretexto de una invitación a comer.
La comida nos puede ayudar a elegir nuestra carrera profesional, nos puede dar o quitar la salud, etc. Las cosas importantes de la vida, giran alrededor de la comida. Dedico este texto a Nidia, que ha sido una llamarada de fey alegría en mi vida profesional, y a su mamá, quien partió hace un par de días para encontrarse con su esposo en el cielo.
El autor es Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.
@chefjuanangel