¿Cómo será la ‘nueva normalidad’?

El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.

Desde hace meses nuestra especie se encuentra sumida en un confinamiento por una crisis sanitaria sin precedentes.

Algunos países se esmeran en encontrar estrategias para aminorar los efectos de la pandemia mientras se investigan fármacos y vacunas contra el Covid-19.

Se estudia cómo surgió, el ciclo vital, su forma de actuar, pero lo que ya sabemos es que son nuestros hábitos y comportamientos los que nos pusieron en tal dilema.

Detrás de esta pandemia está la destrucción de la naturaleza.

No hay sistema sanitario alguno ni fuerzas de seguridad de ningún país que pueda brindarnos la protección que nos brinda la naturaleza.

La biodiversidad es el escudo ante los virus y una efectiva barrera contra las zoonosis.

Cada día comprendemos mejor el origen de esta pandemia.

Los estudios moleculares permiten desentrañar los pasos claves en esta zoonosis: originada muy probablemente en los murciélagos, pasó en algún momento a los pangolines y de estos al ser humano.

Al incorporar el cambio climático en la ecuación, la naturaleza tiene menos margen para atenuar impactos y proteger nuestra salud.

Este fenómeno global no sólo lleva a muchos bosques a debilitarse en su función de sumideros de carbono, sino que los hace más propensos a incendios de grandes proporciones, como los ocurridos recientemente en Australia, donde el humo afectó al 80% de la población del país, pero el problema no lo tuvieron sólo los australianos.

Como ocurre ahora con la pandemia, el humo recorrió rápidamente el planeta.

No hay organización alguna que evite que el humo de los incendios llegue a las principales ciudades del mundo en 10 días, acentuando sus problemas de contaminación.

Del mismo modo, no hay industria ni empresa capaz de reducir los gases con efecto invernadero en la medida en que lo hacen los bosques tropicales.

Las funciones que una naturaleza sana hace por nosotros, entre ellas la de protegernos de zoonosis, son invaluables.

Una gran parte del problema con las zoonosis actuales es la globalización, que implica rápidos y masivos movimientos de la población humana.

Por eso, las medidas urgentes tomadas han sido relacionadas con la limitación en los movimientos de personas.

Pero quizá no hemos caído en cuenta que el cambio climático lleva décadas causando movimientos migratorios a gran escala en diversas regiones del planeta.

Hemos escuchado hasta el cansancio frases como “todos nuestros esfuerzos servirán para recuperar la nueva normalidad pronto”.

Pero ¿qué normalidad?

¿La que nos tiene aquí?

¿La que favorece pandemias, destruye ecosistemas, provoca el cambio climático, genera desigualdad social y se basa en un modelo económico insostenible?

Al parecer sí.

No entendemos.

La pandemia nos muestra crudamente lo sensible que somos a un medio natural que no funciona bien.

La situación actual debería servir de ensayo para revalorar la gran crisis que estamos generando, que no cesa y que es mucho más compleja de gestionar y detener que la pandemia del coronavirus: la del cambio climático.

Los políticos no se ponen de acuerdo en las cumbres del clima, y cada uno en su país y a su manera acaba convergiendo en relanzar de nuevo la economía al modo tradicional.

Si no queremos volver a esa normalidad inviable, sino a una nueva normalidad en equilibrio con la naturaleza y sostenible en el tiempo, necesitamos modificar profundamente el marco social y económico en el que nos movemos.

Nadie querrá sufrir otra pandemia en unos meses. Una pandemia que según la ciencia será mucho más letal que la del coronavirus.

El autor es Ingeniero Bioquímico con especialidad en Ciencias Marinas Alimentarias por el Tec de Monterrey.

gmontanop@yahoo.com