Dar vida después de la vida
En México, miles de personas con enfermedades crónicas se encuentran en lista de espera para recibir un órgano o tejido, el cual puede obtenerse por medio de una donación mediante el Registro Nacional de Trasplantes.
Para poder donar un órgano, la Ley General de Salud indica que se necesita el consentimiento de una persona para que, en vida o después de su muerte, cualquier órgano o tejido de su cuerpo pueda ser utilizado para trasplantes.
En nuestro país, la demanda de órganos supera tres veces la oferta, según datos del Centro Nacional de Trasplantes de la Secretaría de Salud, que indica que en 2018 se realizaron 7,583 trasplantes pero en esa fecha había más de 21,800 personas en espera de un órgano o tejido que le salve su vida.
El dato de que en México la demanda triplique la oferta es un referente de la escasa cultura respecto al tema. Es muy importante que si decides dar vida después de la muerte y convertirte en un donador, tu familia esté enterada de ello así como las personas cercanas a ti.
También puedes manifestar tu voluntad firmando la tarjeta de donador voluntario o el consentimiento que emite el Centro Nacional de Trasplantes, pero aún con estos documentos, tu familia es quien decide si podrás dar vida, por ello la importancia de platicar este tema y que no queden dudas respecto a tu decisión.
Ser un donador de órganos es una decisión ejemplar y responsable.
A manera de especulación, se vierten opiniones en el sentido de que esta pandemia por Covid-19 traerá como consecuencia una nueva pandemia que impactará frontalmente la salud mental de las personas en el mundo; donde el estrés, la ansiedad, la depresión y otros padecimientos que tienen que ver con nuestro cerebro vivirán un incremento inusitado ante esta nueva normalidad.
Pero en medio de lo anterior, ¿qué tiene que ver la donación de órganos y tejidos con esta pandemia? Se visualiza que como parte de esas secuelas que está dejando el Covid-19 en aquellos que son contagiados destacan afectaciones a órganos como los riñones, hígado y pulmones entre otros.
Lo cual podría reducir en corto plazo la calidad de vida de las personas de manera considerable e incluso al fallarles dichos órganos podría llevarlos a la muerte.
Es importante resaltar que un sólo donante de órganos puede salvar hasta ocho vidas y un donador de tejidos puede ayudar hasta a 75 personas.
No pretendo en estas líneas plantear algo nuevo, ya que existe un ejército anónimo de profesionales de la salud que día a día ponen piedra sobre piedra las condiciones para que esto suceda, lo que considero importante es poner sobre la mesa de nuestros hogares el tema y difundirlo lo más que se pueda.
Tengo claro que yo quiero salir del anonimato y que quede claro cuál es mi decisión respecto al tema y quiero convertir esta causa en la mía, de mi familia, de mis amigos y aspiracionalmente de la comunidad misma.
Yo empiezo hoy con estas líneas y te invito a que seamos parte de esta gran cruzada por la donación de órganos, iniciemos platicando el tema con nuestras familias y amigos, que nuestra decisión sirva de ejemplo e influya en la decisión de quienes trabajan con nosotros, con quienes convivimos para que en un futuro cercano todos podamos dar vida aún cuando ya no estemos aquí.
Avancemos.