¡Desearía estar enfermo!
Y no estoy hablando del Covid-19, ni de ninguna otra enfermedad en sí.
El título es sólo el “clickbait” para que abras esta nota, y quizás te identifiques, ya que es una situación que a muchas personas les pasa.
Muchas personas desearían estar enfermas, o embrujadas, o encontrar cualquier cosa externa para justificar su estancamiento y su falta de resultados en la vida.
Son personas que han intentado salir adelante pero por “X” o por “Y” no han podido.
Generalmente esa X y esa Y son falta de disciplina, de constancia, de actitud, de enfoque, de carácter, etcétera.
Pero como es mucho más cómodo echar culpas, es más fácil decir:
“Es culpa del Gobierno”, “Todos(as) son iguales”, “Soy de huesos anchos”, y así, dependiendo de cuál sea el caso.
Y peor aún, cuando las cosas van pintando bien y parece que todo va a cambiar, de repente “cambian el ritmo”, las cosas se estropean, y por su mente pasan pensamientos como:
“¿No me habrán hecho brujería?”, “¿No tendré alguna enfermedad?”, “¿Será que tengo un problema en el cerebro?”.
Qué ilógico ¿verdad?
Pero pensar ese tipo de cosas te libera de responsabilidad, te hace pensar que efectivamente algo así debe ser, y que cuando encuentres la cura, el corte de la brujería, la pócima, la pastilla mágica o cualquier cosa que te sane, entonces podrás salir adelante.
Mientras, te quedas como estás y no es tu culpa.
Retomando un poco un tema del que hablé en una nota anterior que se titulaba “¿Qué sí tienes?”, comentábamos que muchas personas se enfocan en lo que no tienen, y como buscan eso, son exitosas en hacerlo, ¡y encuentran un montón de cosas que no tienen!
Y si no las encuentran, ¡se las inventan!
¿Cuál podría ser la solución a esto?
Obviamente en cada caso cambia, pero en general al crear conciencia de lo que sí tenemos, y tomar responsabilidad de nuestros resultados, podremos darnos cuenta del patrón de comportamiento y/o de pensamiento que hemos venido repitiendo cada vez que se sabotean nuestros planes, y lo podremos cambiar.
A lo mejor las primeras 2 o 3 veces que se sabotearon nuestros planes no le dimos importancia, pero después empezamos a pensar que aunque las cosas vayan bien, es mejor no emocionarse porque al final nunca funcionan.
Y cada vez que comenzamos a accionar, lo hacemos con el fin negativo en mente.
Dicen que no podemos cambiar el mundo, pero cuando cambiamos nosotros, cambia nuestro mundo.
De hecho me gusta pensar que podemos empezar a cambiar el mundo incluso antes de cambiar nosotros(as), con el simple hecho de cambiar nuestro enfoque, ya que cuando cambiamos las forma de ver las cosas, las cosas que vemos cambian.
Así que si queremos cambiar nuestros resultados, ya sabemos por dónde empezar.
El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.
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