‘Edúcame, porfa’
Ante la enojada mirada de alguno de sus tíos, esa era la frase más utilizada por mi sobrino Fernando después de que fuera atrapado en una travesura grave y además sintiera amenazada su integridad física.
Su dulce voz y su extraordinaria mirada descongelaban la intención que mis hermanos pudieran tener para corregirlo.
Después, él completaba la oración con una frase igual de matadora: “a los niños no se les pega, se les explica”, y con esto terminaba por desinflar cualquier esbozo de coraje que pudiera existir en el ambiente.
Mis hermanos terminaban por suspirar y todo terminaba en un abrazo y una larga explicación.
Pero claro, Fernando no era un niño común.
Hijo de una mujer preparada y rodeado de profesores por vocación, su crianza fue una extraordinaria experiencia para todos… hasta que la leucemia se lo llevó a los 19 años.
La chancla, esa efectiva técnica de enseñanza de las generaciones de antes, se utilizó en Fernando quizá sólo unas cuatro ocasiones.
Mi hermana conocía de su efectividad y siempre que la conducta del niño era lo suficientemente errada como para que mereciera muy a su pesar la aplicación de la técnica, le retumbaba en sus oídos la frase que quien escribe le recordaba aludiendo a Pitágoras:
“Educa al niño, para que no tengas que castigar al hombre”.
Por supuesto, la técnica era exitosa.
La conducta se corregía, se explicaba la razón y todo mundo feliz.
Hoy la chancla ha sido sustituida por el yoga infantil, el psicólogo, la plática familiar, el momento de reflexión interior y la reducción en tiempo de uso de celular, consolas y tablets, y en el peor de los casos por el desinterés paternal.
Educar no es algo fácil y pareciera que todo mundo lo olvida.
Tiene “su chiste”.
No es correcto dejarle a los profesores esa carga, puesto que en la escuela no educamos, formamos, y no se puede formar lo que no se educa primero.
¿Cómo le ayudo al niño a ser responsable si en su casa no le han dicho qué es eso?, ¿Cómo lo apoyo a respetar a la autoridad si en su casa no respeta a sus padres?, ¿Cómo le ayudo al niño a ser solidario y preocuparse por los demás si en casa no lo educaron para cuidarse él mismo?
La técnica de la chancla tiene opositores, por supuesto, sobre todo por las alegorías a la violencia; pero cuando se usa con cuidado y correctamente, como todo, tiene aspectos que resultan dignos de analizar con profundidad.
Vea usted el escenario con esto de la pandemia, por ejemplo, y dígame cómo cree que estaríamos hoy si en su momento hubiéramos sido solidarios y nos preocupáramos por los demás al quedarnos en casa, ¿o es acaso que necesitamos una chancla gigante?
El autor es Maestro en Educación y profesionista independiente.
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