Educar para emprender
México necesita emprendedores profesionales que estén preparados y que busquen aplicar su experiencia, capacidades y conocimientos para crear sus propias empresas, generar empleos y contribuir al desarrollo de nuestro país.
La oportunidad es grande. De acuerdo con el Índice de Contexto de Emprendimiento Nacional (NECI), del reporte 2018/2019 del Monitor Global de Emprendimiento (GEM), elaborado año por año por el Babson College y la London Business School, México cuenta con el segundo mejor contexto para emprender entre los países de América Latina.
En el estudio se contemplan los primeros 54 lugares; Estados Unidos ocupa el sexto sitio, Canadá el doceavo, Argentina el vigésimo primero y México el vigésimo tercero, por encima de naciones como el Reino Unido (30), Italia (40), Grecia (42) y Brasil (48).
Este índice, el NECI, no es menor; se compone de una docena de variables como lo son Financiamiento Empresarial, Impuestos y Burocracia, Apoyo Gubernamental para Emprendimientos, y la Educación para Emprender otorgada en las Instituciones Educativas, entre otras. Resulta especialmente destacable que este último factor mencionado, Educación para Emprender otorgada en las Instituciones educativas, es precisamente en el que México sale peor califi cado con sólo 3.37 puntos sobre 10.
La variable en la que estamos mejor califi cados, por otra parte, es Infraestructura, con 6.67 puntos, destacando también Programas Gubernamentales de Emprendimiento, con 5.63. Quiero reiterar que este reporte corresponde al periodo 2018/2019.
De ese estudio podríamos sacar varias conclusiones, por ejemplo, que las oportunidades de emprender existen y las diversas administraciones gubernamentales han trabajado para fomentarlas, pero que las universidades no han conseguido que esa cultura empresarial permee entre sus futuros profesionistas.
Esto no es una crítica para las instituciones de educación superior, es tan sólo el señalamiento de una importante área de oportunidad.
Hoy en día son pocas las instituciones educativas que realmente tienen una asignatura o un plan de carrera enfocado en el emprendimiento y, las que lo tienen, suelen ser privadas.
Y es precisamente en ese sector de la sociedad, en los jóvenes, en donde deben enfocarse los esfuerzos.
De acuerdo con la revista Entrepeneur, la tercera parte de los emprendedores mexicanos tienen entre 25 y 34 años, pero, además, uno de cada tres mexicanos que quiere emprender no lo hace por miedo al fracaso.
Esto significa que, si tuvieran las herramientas, y con herramientas me refiero a conocimiento, ese miedo al fracaso podría paliarse con una estrategia adecuada.
En lo que respecta a lo que las universidades tanto públicas como privadas, pueden aportar, según mi humilde opinión, es en fortalecer la cultura emprendedora y no solamente desde la teoría de la creación y administración de empresas, que de seguro ya hay muchas asignaturas al respecto, sino desde la promoción de la creatividad, la realización personal y sobre todo la convivencia con la incertidumbre y la posibilidad del fracaso, que son inherentes a la acción de emprender.
Nuestros futuros profesionistas tienen que saber y aprender que es probable que su primer emprendimiento no funcione, pero si se tiene un plan de acción y sobre todo un objetivo claro, las posibilidades de triunfar son mayores.
Esta teoría de emprendimiento, por ponerle un nombre, debe incluir también tópicos como lo son ética, tanto personal como laboral, valores, cuidado de la salud, la imagen personal, buenos hábitos de vida, idiomas, por supuesto, entre otras herramientas que contribuyan a formar, simple y llanamente, a mejores personas.
De esa manera tendremos mejores profesionistas y, muy probablemente, emprendedores muy exitosos.
Y eso es algo que México no sólo necesita, sino que merece.
Saúl Rojo
El autor es fundador y Director General de CT Internacional