El Alto Imperio Romano
Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital y de tomar decisiones con rapidez.
Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas, de donde surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal fue el poder, como el caso de Julio César, quien no sólo amplió Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad del Senado romano.
El Imperio romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, que en los momentos finales de la República romana se alzó como mandatario absoluto en Roma, haciéndose nombrar Dictator o dictador, una vez traducido al latín.
Tal osadía no agradó a los miembros del Senado romano, que conspiraron contra él asesinándolo durante los Idus de marzo y restableciendo la República, aunque su retorno sería efímero.
El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio Augusto, quien sería enviado años más tarde a combatir contra la ambiciosa alianza de Marco Antonio y Cleopatra. Augusto, como princeps (primer ciudadano), mantuvo la Constitución republicana hasta el año 23 a.C. en que el poder tribunicio y el imperio militar (o mando supremo) fueron revestidos con la autoridad real.
El Senado conservó el control de Roma, la península Itálica y las provincias más romanizadas y pacíficas.
Las provincias fronterizas, donde era preciso el acuartelamiento estable de legiones, estaban gobernadas por legados, nombrados y controlados directamente por Augusto.
Este aseguró el poder imperial con importantes reformas, reforzando la unidad político/cultural (civilización grecorromana) y eliminando la corrupción y extorsión que habían caracterizado a la administración provincial final de la República, a la vez que embelleció Roma en el nacimiento de una era de paz y prosperidad.
Con el establecimiento del sistema de Gobierno imperial, la historia de Roma se identificó en gran medida con los reinados de cada uno de sus emperadores, hasta la muerte de Alejandro Severo, desde la cual y hasta la llegada de Diocleciano, hay una gran confusión, denominándose "el Imperio Militar” o “Anarquía Militar".
De 12 emperadores que gobernaron durante sus 33 años iniciales, la mayoría murieron violentamente, por lo general a manos del ejército, quien también los había entronizado.
Los emperadores ilirios (nativos de Dalmacia: Claudio II y Aureliano), lograron un nuevo y breve periodo de paz y prosperidad, a los que siguieron una serie de emperadores insignificantes hasta el ascenso al trono en el 284 de Diocleciano, quien por primera vez dividió el imperio para facilitar su gestión.
El autor es escritor e historiador.
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