El Bajo Imperio Romano
A veces se considera la época denominada “Imperio Militar” (235-284), como un periodo de decadencia y anarquía que forma parte del Bajo Imperio, y otros autores prefieren establecer con la muerte de Constantino el Grande (337) el inicio del Bajo Imperio.
No obstante, parece mejor propuesta fijar como el comienzo del Bajo Imperio el momento del ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano.
Ya con él da comienzo una nueva época: “la Tetrarquía”, es decir, el Gobierno entre cuatro o “Imperio Colegiado”, que establece una nueva división de poderes y una organización territorial distinta a la vigente en el Alto Imperio.
Fue el gobernante Diocleciano quien instituyó un nuevo sistema de Gobierno, donde pretendía compartir título de augusto con Maximiano, reforzados con el nombramiento de dos césares; Galerio y Constancio.
Con arduo trabajo logró instalar su régimen de tetrarquía, dividiéndose los territorios en sus dos gobernantes, por un lado, Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia; por el otro, Galerio se encargaba de las Provincias Danubianas.
De igual forma, Italia y la Provincia Africana eran regidas por Maximiliano, mientras que Constancio se encargaba de Hispania, Galia y Britania.
Era una maquinaria administrativa más sólida pero aumentaba la ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y una enorme carga financiera para los limitados recursos imperiales.
Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron al imperio en situación de sucesivas guerras civiles que produciría su unificación y posterior escisión en varias ocasiones, hasta que tras la muerte de Teodosio I el Grande en el año 395, sus dos hijos se repartieron definitivamente el Imperio: Arcadio en Oriente y Honorio en Occidente.
A principios del siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los impuestos exigidos para el mantenimiento del Ejército y de la burocracia; también a causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos, que emprendieron gradualmente la conquista del Occidente.
Los visigodos en el 410 conquistan y saquean Roma, asentándose en el 419 en el suroeste de la Galia, fechas en que los vándalos, suevos y alanos ya habían invadido Hispania, por lo que Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos pueblos, mientras la Galia e Italia eran invadidas por los hunos.
Entre el 455 y el año 476 el título de emperador de Occidente fue ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el “proclamador de reyes”.
Rómulo Augusto, último usurpador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los hérulos Odoacro, a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476 d.C.
Realmente el “último emperador romano de Occidente” es Julio Nepote (474-475 y 478-480), si bien la segunda parte de su reinado fue simplemente nominal, ya que Odoacro gobernó en su nombre, pero él nunca regresaría a Italia.
El autor es Escritor e Historiador.
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