El Juicio de París, parteaguas histórico
Se acaba de celebrar el 44 aniversario de un evento simple, muy formal, muy creativo, pero sin aparente relevancia que ocurrió en París el 24 de mayo de 1976 y cambió la imagen y el mercado del vino en todo el mundo: La Cata de “el Juicio de París”, como se le quedó el mote ya.
Pues esta columna la dedicamos a los vinos “perdedores”.
El Evento
El inglés afincado en París, comerciante y experto en vinos, Steven Spurrier y su socia, Patricia Gallagher, tuvieron la ocurrencia de realizar un evento promocional de sus negocios: una cata a ciegas, confrontando algunos de los mejores vinos franceses de cierto tipo contra sus similares de California que eran ignorados en el mundo e incluso en su mismo país hasta entonces.
En esos años, el mercado global se resumía a mucho vino de volumen y bajo precio en cada región o país productor y, en contraste, un puñado de vinos de muy alto nivel y precio, prácticamente todos producidos en Francia y destinados a una élite muy pequeña de consumidores estirados, enjoyados y bien vestidos.
Hasta ese entonces casi nadie hablaba de vino ni sus componentes, excepto unos pocos adinerados, verdaderos expertos o gente esnob.
Ambos socios viajaron y comprobaron que la calidad de algunos vinos americanos era muy competitiva y de muy bajo costo, realmente un hallazgo.
Eligieron 6 vinos blancos de la uva Chardonnay y 6 tintos a base de Cabernet Sauvignon y los confrontarían contra sus símiles franceses: 4 blancos de Borgoña y 4 tintos de Burdeos.
El jurado se conformó de 9 jueces franceses, gente muy reconocida en el mundo del buen vivir de ese momento.
Para la difusión, sólo contaron con la presencia de un escritor y periodista de la Revista Time, George M. Taber.
El evento consistió en calificar del 0 al 20, los blancos primero y los tintos después; la suma de los puntos de los 9 jueces le daría la calificación final a cada vino.
Los Resultados:
El primer lugar de los blancos fue para el americano Chateau Montelena; el segundo fue el borgoñés Mersault Charmes Roulot.
El desencanto entre los mismos jueces ya se había gestado.
El jurado se concentró aún más en la cata de los tintos, para no fallarle a sus paisanos y el resultado fue similar: primer lugar: Stags Leap Wine Cellars, de Napa; pero el segundo puesto fue para el gran Château Mouton Rothschild de Burdeos… el tercero y cuarto también bordeleses y con muy pocos puntos de diferencia al primero.
No importando el cúmulo de puntos, el ambiente explotó en protestas y descalificaciones a los jueces; pero el periodista Taber ya había tomado nota, llamó a uno de los propietarios beneficiados con los primeros lugares y la noticia se diseminó como pólvora en los Estados Unidos.
El mundo para el vino cambió a partir de ese momento.
La OBJETIVIDAD del Suceso
Hubo consecuencias inmediatas: los vinos de Napa y Sonoma fueron reconocidos en el mundo entero; los franceses tuvieron que humildemente ceder en su nacionalismo fanático; se abrió la posibilidad a los vinos de cualquier otra parte del mundo y, por último, la función de los periodistas y comunicadores especializados ya era una herramienta útil para los consumidores.
El vino se convirtió en una bebida popular y los productores comenzaron a competir por la calidad y abandonaron la rancia carrera por la cantidad.
Todos estamos contentos con las repercusiones de la dichosa cata; pero hay algo de fondo que se pasa por alto: los vinos mejor puntuados fueron los franceses, los americanos sólo ocuparon los dos primeros lugares, los franceses, en estricto sentido, fueron mejores, también ellos ganaron público, su consumo se democratizó y llegaron a mercados que hasta entonces no conocían.
Definitivamente, los ganadores fuimos el VINO en sí y los mortales consumidores.
El autor es Ingeniero Agrónomo por el ITESM-Obregón.
Miembro fundador de la Cofradía del Vino de Hermosillo.
Comerciante de vino en Sonora y México
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