¡El peor error a la hora de ir por tus metas!
“¿Por qué abandonamos nuestras metas, incluso cuando vamos por buen camino?”.
Dicen que no fracasamos por apuntar demasiado alto y fallar, sino que fracasamos por apuntar demasiado bajo y acertar.
Ponernos metas muy altas suele ser intimidante, pero si otras personas lo han logrado, debería ser prueba suficiente de que nosotros(as) también podemos.
Además, es recomendable plantearse metas que realmente valgan la pena, ya que estarás pagando con tu vida para lograrlas.
El detalle es que cuando llegamos a plantearnos metas altas, comenzamos a trabajar por ellas, algunas veces vamos por buen camino y nos saboteamos por recompensarnos demasiado rápido.
Por ejemplo, si nuestro objetivo es bajar 10 kilos, podemos pensar cosas como:
Ya hice dieta, ejercicio, tomé agua y mejoré muchos hábitos durante toda la semana, ¡ya bajé medio kilo! ¡Me merezco una cheve, un pastel, o un descanso!
Y para no sentirnos tan mal, decimos cosas como “El lunes volveré a comenzar”.
¿Ves lo ilógico de esto?
Vas por 10, le sufriste durante toda la semana, apenas ibas agarrando ritmo, lograste un muy buen avance, pero con respecto a la meta aún estás muy lejos de lograrla, ¡y aún así te recompensaste!
Si pisteaste, desvelaste, descansaste o cualquier otra cosa que te haya desviado de tu meta, por más leve que haya sido, rompió tu ritmo y ahora tendrás que volver a comenzar.
Tú bien sabes que lo más difícil es comenzar, pero que una vez que inicias, mientras no rompas ese ritmo, podrás continuar con menos resistencia.
Si aguantas el tiempo suficiente, se convertirá en algo habitual en ti, formará parte de ti y ya no querrás soltar ese ritmo.
Y una vez que decides que no soltarás el ritmo, puedes entrar en un “momentum”, comienzas a tener beneficios más notorios.
Se necesita disciplina, constancia, resistencia, carácter, y muchas otras cualidades, pero el sacrificio y el esfuerzo no serán demasiado grandes, si tu meta realmente vale la pena.
Pero, ¿qué pasa si te recompensas demasiado rápido?
Que hasta “rajarte” lo ves como premio.
Desistir de tu meta te hace regresar a tu zona de confort y ponerte pretextos como:
“Qué a gusto no tener que hacer dieta, no vale la pena el esfuerzo. Además, yo quiero ser una persona feliz, antes que delgada”, ¿te das cuenta?
Y si compartes ese pensamiento con amistades y familia, ¡te seguirán el rollo y te dirán que tienes razón!
Resístete al placer inmediato y ve por lo que de verdad vale la pena.
Sacrificar el placer inmediato te hace sentir mal de momento, pero fortalece tu carácter y te hace sentir orgullo de ti.
Contrario a cuando sucumbes, al rato viene la “cruda moral”.
No abandones lo más, por lo menos.
Visualiza el mapa en un panorama más extendido, y será más sencillo identificar cuáles son las decisiones que te llevarán a donde realmente quieres.
El autor es escritor, capacitador, networker, conferencista y Life Coach en SB3.
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