El valor de la limpieza
Cuando era niño, mis papás insistían a cada rato en diversos señalamientos sobre la higiene personal:
“¿Ya te lavaste las manos para comer?”, “lustra los zapatos”, “lava los tenis”, “¿ya te cepillaste los dientes?”, “recoge tu cuarto”, y un sinfín de sugerencias diarias.
Ha pasado el tiempo y en retrospectiva veo la importancia en la vida de la higiene e imagen personal como manifestación de una adecuada personalidad y equilibrio físico.
La limpieza personal es un factor clave en el desarrollo de una persona que presta diversos servicios a sus clientes, por ejemplo, imaginemos el caso de un taquero o persona dedicada al ámbito restaurantero y con una imagen sucia, obviamente va a espantar a la clientela por su imagen contra de la higiene.
Imaginemos a un agente de ventas desfajado, con ropa sin planchar, zapatos sucios, mal peinado y un aliento a tabaco.
Naturalmente tendrá un impacto negativo en sus resultados económicos como consecuencia de su imagen deteriorada ante los demás.
La limpieza implica un concepto muy ligado con el bienestar.
La limpieza es un valor que debemos fortalecer si queremos superarnos como personas y tener oportunidades de disfrutar una vida mejor.
Sin embargo, este concepto no se limita al aseo personal, vestirse correctamente o mantener limpia nuestra casa, el barrio y la ciudad.
Sin duda, la limpieza corporal, así como la ropa bien puesta -lo que no significa necesariamente andar de pipa y guante-, causan un impacto favorable a los demás y son requi- sitos importantes para acceder a un buen empleo.
Asimismo, la limpieza en el centro de trabajo genera un ambiente de confort que irradia seguridad y eleva la calidad de la producción.
Lo mismo ocurre en nuestras ciudades.
La primera impresión de un turista o empresario fuereño, que visita una ciudad es la limpieza que reina en sus calles y lugares públicos.
A nadie le agrada andar por veredas y parques sucios o calles con basura.
La limpieza y pulcritud es una característica que distingue claramente a la gente de un país desarrollado.
De ahí que a veces me pregunto: ¿qué imagen de limpieza damos a las personas que visitan la región?, ¿qué tanto influye el hecho de que no tengamos suficientes empresas que proyecten una imagen adecuada de limpieza en sus instalaciones?
La limpieza en su máxima acepción significa una categoría moral de comportamiento.
Para esto debemos conducirnos con limpieza en todos los aspectos de nuestra vida.
Limpieza en cuerpo que no sólo garantiza salud, sino que, además, satisfaga nuestra autoestima y consideración a los demás; limpieza de pensamiento, que potencia nuestras proyecciones y asegura salud mental.
Por lo tanto, si queremos superarnos como personas, como organización, como estado y país debemos poner en práctica, como uno de sus elementos, la limpieza.
Si cada individuo, de cualquier edad, posición social y sexo aporta su granito de arena, y si se inculca a los hijos desde pequeños el valor de la limpieza en el hogar, la escuela, la calle y la naturaleza, el día de mañana lo practicarán donde quiera que se encuentren y habrá mayor calidad de vida para todos.
El autor es Director de Humanidades en el Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.
Presidente de Grameen de la Frontera.
@rafaelroblesf