Gestión del riesgo y accesibilidad
En el mundo existen alrededor de mil millones de personas con discapacidad (Banco Mundial, 2019) lo que representa el 15% de la población, en México es casi el 6% (INEGI, 2018) y esta condición va en incremento con la longevidad y las enfermedades crónicas.
La mayor parte de estas personas a nivel mundial padecen desigualdad, despojo y marginación, son discriminadas, sufren pobreza e incluso ignorancia.
Existe una falta de cultura hacia este segmento de la población por parte de la sociedad lo que exige fundamentalmente la decisión política de los gobiernos para trabajar a fondo, hasta solucionar sus impostergables necesidades.
Conceptos importantes según la Organización Mundial de la Salud son:
1) Deficiencia, es toda pérdida o anormalidad de estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica; 2) Discapacidad, es toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano; 3) Minusvalidez, es una situación desventajosa para un individuo determinado, consecuencia de una deficiencia o discapacidad, que limita o impide el desempeño de un rol que sería normal en su caso, en función de la edad, el sexo y factores sociales y culturales.
Por consiguiente, mientras que la discapacidad implica una disfunción de carácter físico, sensorial o intelectual, la minusvalidez constituye una disfunción de la relación entre las personas con discapacidad y su ambiente, lo que realmente implica una disfunción social.
Caso contrario, aunque exista la discapacidad, cuando se eliminan las barreras físicas, sociales y culturales, se logra la plena incorporación de las personas con discapacidad a la vida activa, por tanto, la minusvalidez se minimiza e incluso puede desaparecer.
Para lograr la erradicación de la minusvalidez, es necesario trabajar de manera holística en aspectos como la legislación, la educación, la vivienda, el derecho al trabajo, la concientización y la previsión social, pero sobre todo, en la eliminación de todo tipo de barreras, entre ellas, las más notorias son las barreras físicas que se refieren a cualquier característica arquitectónica o estructural de una instalación que dificulta o imposibilita a su acceso o su uso.
Las barreras físicas representan uno de los mayores obstáculos para la integración social de las personas con discapacidad, podemos citar como ejemplos escalones, puertas, materiales de construcción, acabados, dimensiones, elementos arquitectónicos y características de los espacios.
Sin embargo, ya no se debe de tratar de inventar nada al respecto, todo se encuentra escrito, jurídica y técnicamente normado, el gran problema es la falta de cumplimiento e impunidad, ya que estas generalmente no se cumplen porque no se tiene el conocimiento del porqué y para qué o porqué no se sanciona, principalmente por carecer de empatía.
En resumen, no podremos hablar de una gestión integral del riesgo de desastres inclusiva si no se resuelve primeramente el tema de la accesibilidad ya que en la cotidianidad, los planes y programas de prevención y contingencias siempre dependerán del espacio físico, pensar lo contrario es pecar de ingenuo.
Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.