La astilla en el ojo ajeno

La autora es Maestra en Artes-Escritura de Guion por la Universidad Napier de Edimburgo.

Estas semanas han sido especialmente duras para la humanidad.

Como si el Covid-19 y la inevitable crisis económica fuera poco, estos tiempos han sacado a relucir aspectos de las sociedades que son incómodas de enfrentar.

Desde el hecho de que muchos gobiernos valoran la moneda nacional sobre el valor de la vida humana, hasta la ignorancia entre la población.

Sin duda uno de los ajustes de cuentas más grandes hoy día es el la población de Estados Unidos y la policía.

Más específicamente, las personas negras y el abuso sistemático que han sufrido a manos de los uniformados azules, sin consecuencias.

George Floyd murió por asfixia después de que un policía le puso una rodilla al cuello por 8 minutos y 46 segundos. Sus últimas palabras fueron “no puedo respirar”.

Tristemente, su nombre se añade a una lista larga.

Hoy, ciudadanos estadounidenses y de muchas partes del mundo exigen rendición de cuentas.

Las olas del movimiento que está sacudiendo a nuestro vecino inevitablemente nos llegan a nosotros.

Hay mucho que se ha dicho y que se puede decir en México con respecto a apoyar este movimiento, pero hoy me quiero enfocar en una actitud que he visto:

“Qué feo que esas cosas pasen en Estados Unidos, ¿verdad? Tan racistas que son…”

Este sentimiento casi siempre viene con una omisión.

O más bien, con una implicación grave: que en México no somos así.

La ceguera intencional del mexicano hacia el racismo desenfrenado que existe en el país no deja de enfurecerme.

Es verdad que no es tan común el racismo contra los negros específicamente, ¡pero es porque no tenemos una población significativa de mexicanos afrodescendiente!

Aunque sí existen, y no hace falta escarbar mucho para encontrar que sus experiencias no son alentadoras.

¿Recuerdan cuando Yalitza Aparicio salió en la portada de Vogue México?

“No soy racista, pero es que se ve ridícula con esa ropa”.

“Y después se fue a planchar la ropa”.

“Aunque la mona se vista de seda…”.

“Pero Ale, eso es clasismo,” dicen algunos.

¿De veras?

Era conocido que Aparicio es una Licenciada en Educación, que salió en la portada de una revista por ser parte de una de las películas más exitosas de la historia del cine mexicano.

¿Por qué no le queda la ropa?

Explíquenme.

¿Por qué se fue a planchar la ropa, si es maestra y actriz?

La única razón de esos comentarios es el color de su piel y los rasgos de su rostro.

Y esto es lo que me parte el alma:

¡Ya habíamos hablado de esto!

Durante el auge del tema de Roma y Aparicio, hubo discusiones sobre el racismo que ignoramos.

Pero hablando con mucha gente (no toda, claro), pareciera que nunca sucedió.

A esas personas que comentan que “Estados Unidos, tan racista”, les digo: mejor quédense callados, lean, edúquense, aprendan a escuchar las experiencias ajenas a las propias.

Aunque nunca lo hayas vivido en carne propia, te prometo que hay racismo en este país.

Es muy fácil ver la astilla en el ojo ajeno, pero un día nos va a tocar el ajuste de cuentas en México.

Espero que sea pronto, y que para entonces estemos listos.

La autora es Maestra en Artes-Escritura de Guion por la Universidad Napier de Edimburgo.

Twitter: @alexamenexa