La misión en la organización
Desde inicio de mediados de los setentas empezó a emerger con mayor potencia una corriente de pensadores que aplicaron algunas herramientas existentes en diferentes tipos de organizaciones, pero dirigidas al área empresarial.
Fue así como se dio forma al conocido formato del Desarrollo Organizacional –aplicado limitadamente al área de recursos humanos--, mediante el cual se implementaron productos por todos conocidos: Misión, visión, valores, filosofía como doctrina de pensamiento y comportamiento al interior y exterior en este caso de la empresa y varios añadidos.
Como detalle, estás características siempre han existido en las organizaciones de cualquier tipo per saecula saeculorum. Lo más probable es que los conceptos no tuvieran nombres o bien, otros distintos o también que estuvieran revueltos la misión y visión. El hecho es que en este contexto la misión es el camino por seguir y que se dijo en las primeras colaboraciones, es aquella meta por cumplir y de la cual el ideólogo no permite que te despegues, bifurques o termines en una parte que no correspondía.
Claro está, ya vista como organización la empresa comenzó a forjar una serie de conceptos coligados con un diagnóstico (el FODA es uno de los más utilizados), comunicación, liderazgo, toma de decisiones, dirección (con todas sus pes: planeación, precio, producto, plaza, promoción y otras más), control, medición de indicadores y un largo etcétera. Se le puso metodología y se estratificaron tanto las reglas de operación como las de ordenamientos para mejorar de manera constante el funcionamiento y que todas las áreas se muevan al mismo ritmo con el menor esfuerzo de la dirección general.
Que trabajen prácticamente solas, pues y allí va de la mano el uso de tecnologías, lo cual es un tema aparte que más delante trataremos.
Pero regresemos a la misión.
Todo ser humano nace con una limitante en su cerebro que se enfunda en una sola y simple pregunta: ¿por qué estamos aquí? La respuesta a ese cuestionamiento es lo que generalmente se le conoce como misión y una vez entendida es difícil de quitarla del pensamiento.
Las organizaciones cuentan con diferentes puntos motivacionales para atraer a la persona, desde formarles una creencia desde muy jóvenes, hasta conformar en sus mentes que su trabajo es la misión en la vida sobre el cual girará su existencia en lo familiar, político, cultural, recreativo y social siendo el aceite de esa maquinaria que se conformarán, por supuesto, la retribución por su chamba. Le dibujan, pues, estereotipos que llenen la pregunta señalada.
Un detalle importante. En un momento determinado en la vida de las personas suelen tener lo que pudiéramos encuadrar en revelaciones, “cuando les cae el veinte” y hay autores que explican ese lapso como gracia en el caso de la religión, mística cuando se eleva la comprensión a niveles filosóficos – inter intelectual o vaya, enamoramiento en el caso de una relación entre humanos, preferentemente. Hay otros casos.
El caso es que ese lapso, despertar, descubrimiento o revelación, suele ser un fuerte motivante en la vida de la persona con repercusión en las organizaciones –micro o macro--, a las que se pertenece y que por lo general sus repercusiones son de largo plazo en quien vive dicho momentum. Es un tema que da para mucho y que en su momento trataremos más ampliamente.
El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta con licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorado en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de CEO, Consultoría Especializada en Organizaciones. Cuando la unión de esfuerzos no es suficiente.
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