La otra cara del espejo
Todos hemos visto un espejo, el lado trasero es opaco, gris, áspero, aparentemente no tiene ninguna función; sin embargo, precisamente ese lado sirve para que la cara frontal haga sus múltiples funciones, como recuperar espacios ausentes, ampliar espacios reducidos, desviar energía, pero principalmente nos sirve para mirarnos, para detectar lo
bueno y lo malo de nuestra cara, de nuestro cuerpo y tratar de resaltarlo o disimularlo, conocernos al observarnos detenidamente.
Del Covid-19 estamos saturados de información, al igual que el espejo, la mayor parte de ella solo nos deja ver la cara opuesta del espejo, la que no nos agrada.
Independientemente del problema de salud pública, así como de la depresión económica que seguramente en pocas semanas viviremos, quisiera ocupar este espacio para comentar la otra cara de la pandemia, aquélla que si Dios nos da sabiduría para lograrlo, permita retomar valores sociales e individuales que hemos permitido que se alejen por la vida apresurada que tenemos.
El “Quédate En Casa” nos ha regresado la oportunidad de reencontrarnos como familia, tener un nuevo diálogo, qué conversar, leer un libro, valorar lo importante de nuestros familiares y amigos, darles ánimo, ser creativos, reinventarnos.
Pero también la contingencia nos reta a ejercer valores que serán fundamentales para salir de ella como es la empatía, considerada la intención de comprender de manera objetiva las emociones y sentimientos de otra persona.
Pero esto sólo podemos lograrlo si practicamos el escuchar y comprender sin prejuzgar, identificándonos, siendo
solidarios y respetuosos con el otro. Obviamente no se puede lograr por arte de magia, la crisis que hoy vivimos nos obliga a tener conciencia de nuestros pensamientos y nuestros actos, de realizarlos con pleno conocimiento de sus consecuencias, sean éstas buenas o malas y aceptarlas.
Ser consciente implica el dominio que tenemos sobre nuestra actividad mental, del conocimiento y percepción que tengo sobre mi persona y lo que sucede en mi entorno.
Esa es la gran importancia de allegarnos de información correcta. La emergencia del Covid-19 también nos obliga
a tener responsabilidad social, a comprometernos en ayudarnos no sólo a nosotros mismos o a nuestra familia, sino también a nuestra comunidad, particularmente a los más vulnerables, es cierto, es una carga adicional, pero eso son las crisis, te obligan a ser solidario para regresar a la normalidad en el menor tiempo posible.
Hacerlo es decisión personal, no hemos tenido buenos ejemplos en estas semanas, algunas conductas o acciones
no son dignas de ser imitadas. Decidamos entonces ser ejemplo nosotros.
Para finalizar... Aparentemente el programa de “Aislamiento Social” no da los resultados esperados, al menos las autoridades lo exponen diariamente.
Con anterioridad he manifestado que los programas deben tratar de ser de acuerdo con la idiosincrasia y cultura de la comunidad donde se aplican.
Aislamiento social implica un desapego, la mayoría de los mexicanos no somos así, creo que lo correcto hubiera sido “distanciamiento físico”, su sana distancia pues.
Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.