La prepotencia de los ‘influencers’

El autor es productor de radio y televisión.

En días pasados circuló en redes sociales una publicación que hacía alusión a un médico del IMSS que había fallecido a causa del Covid-19.

La foto del supuesto médico correspondía al cantante Valentín Elizalde, asesinado en Reynosa, Tamaulipas, en el año 2006.

La responsabilidad de la publicación se atribuyó al influencer Chumel Torres, quien a su vez se ha caracterizado por su tendencia contra cualquier acción del Gobierno Federal.

Días antes, un youtuber de origen venezolano y radicado en la Ciudad de México, grabó el momento en el que sale a la calle y va a una tienda de autoservicio y toca los productos sin ninguna protección y se coloca cerca de varias personas.

El youtuber confesaría después, que había sido diagnosticado con Covid-19.

Parece que el fin de todo lo anterior, es ganar audiencia en las publicaciones; pero la situación ha ido más allá de lo tolerable.

Estos dos personajes de las redes sociales son un mínimo ejemplo de otros casos, en donde incluso, algunos que se dicen youtubers o vloggers, han perdido la vida, por tal de lograr alguna grabación o selfie.

En el sentido de esas generaciones (millennials y generación Z), es escudarse en pregonar su espíritu de libertad, tolerancia, equidad, y un conjunto de valores que presuntamente ejecutan, pero cuando les conviene.

Lo que sí, es que muchos de esos influenciadores, no apelan a la ética, al sentido moral que deben tener sus publicaciones o producciones.

Cuando esa falta de ética y la ambición por popularidad se conjugan para servir a intereses políticos, los influenciadores en las redes sociales se convierten en arma de doble filo.

Sí, mucha innovación, mucha creatividad, mucho protagonismo y más, pero a la hora de ser ecuánimes, la mayoría de ellas y ellos, dejan mucho que desear.

La pérdida de credibilidad de estos usuarios y generadores de contenido en redes sociales, que han acudido a las noticias falsas, es algo que resulta en un breve olvido.

Ellos saben que los seguidores están ahí y que de nueva cuenta, pueden recuperar lo perdido.

Sí, estas nuevas generaciones son creativas y sorprendentes en muchas de sus habilidades, pero también y a pesar de sus valores, caen en las redes del poder, en la poca ética para conseguir sus metas.

Muchos de ellos no toman en cuenta que el mundo real es impactante y no espera a nadie, siguen viviendo de su físico invirtiendo horas posando ante su teléfono inteligente. Pero, todo se acaba algún día.

No está lejos el hecho de que el mundo aplaste las ilusiones de estos chicos y chicas, que por el momento, ganan miles de dólares.

Espero y no dudo de su cautela y ahorren, porque “chango viejo, no hace maroma nueva”.

El autor es productor de radio y televisión.