Las capacidades del hombre
León Mayoral escribe: El hombre es un ser de enormes capacidades, sorprendentes capacidades, increíbles capacidades.
Ante la evidente presencia de Dios, el hombre tiene la enorme capacidad de no verle ni reconocerle, sorprendente e increíblemente.
Dios es el creador de todo lo que existe.
Él concibió y creó todas las cosas y su asombroso funcionamiento.
Ante esto, el hombre es capaz de creerse a sí mismo autor máximo cultivando su autoengreimiento, deleznando la autoría magnífica del gran hacedor de lo visible y lo invisible.
Dios nos concibió y creó a cada uno de nosotros porque quiso hacerlo; pudo no haberlo hecho, pero quiso hacerlo y nos creó detalle a detalle, parte a parte, uno a uno.
El hombre es capaz de negar esta contingencia y asegurar que su existencia siempre ha sido un hecho.
Dios, creador de todo, vive en toda su obra. Se encuentra en cada mínima partícula de polvo y también en el sistema montañoso de los continentes.
Dios está en el conjunto de una compleja comunidad humana y el interior de cada célula; en las profundidades del insondable universo y la imperceptible vastedad de los espacios atómicos; y el ser humano es capaz de no verle, de no reconocer su presencia evidente, de no percibirle ni intuirle siquiera.
Dios, en su incontenible y profusa creatividad, ha hecho que cada día sea singular y único a través de los inconmensurables milenios de vigencia de la Creación; Dios ha sido capaz de imaginar y llevar a efecto la continuada singularidad que no encuentra repetición en dos hojas siquiera de cualquier árbol en todos los milenios de existencia; y ante este magnífico espectáculo, el hombre es capaz de aburrirse porque encuentra su entorno monótono y repetitivo.
Dios tiene voz de estruendo, como de tormenta plagada de truenos, como de torrentes de agua desbordada, como de galaxias gigantescas en colisión; y el hombre –aún en su pequeñez- es capaz de no oírla.
Ante la potencia absoluta de la voz de Dios, el hombre es capaz de levantar un gran ruido interior y opacarla.
Dios habla a cada uno por su nombre, en su idioma y su lenguaje, en la silenciosa intimidad interior; y el ser humano es capaz de no escuchar esa voz.
Dios, como con las plantas, animales y minerales, ha asignado a cada persona habilidades y tareas concretas, como lo ha hecho al diseñar nuestro cuerpo, compuesto de partes diferentes con concretas funciones; el hombre es capaz de desentenderse y pasar toda su vida perdido en una búsqueda interminable y estéril, persiguiendo quimeras e ilusiones autogeneradas, en un movimiento inercial que en espirales acaso hipnóticas parecen embelesarle y atraerle hacia sí mismo.
Dios, presente y vivo en su creación, palpita en cada persona de este mundo; brilla en cada mirada, canta en cada sonrisa, habla en cada gesto, se dibuja en cada voz; y el ser humano, ante esta contundente evidencia, es capaz de no reconocerle e ignorarlo.
El hombre tiene enormes capacidades, sorprendentes capacidades, increíbles capacidades.
Todas ellas son, así mismo, creación y don de Dios, aun y que seamos capaces de no creerlo...
LEÓN MAYORAL
El autor es especialista en Comunicación y Estrategias para la Evolución de los Negocios.