Levanta una abeja por caridad

El autor es escritor, capacitador, networker, conferencista y life coach en SB3. 

Hace algunos meses vi una publicación donde se criticaba a quienes regateaban a las personas que andan vendiendo cosas, y que no lo hacían en las tiendas grandes.

Y otra publicación donde criticaban que teníamos que apoyar con lo mucho o lo poco que tengamos a quienes nos pidan. Pero te cuento que yo fui fayuquero (compartí sobre esto en la columna “Los feos de Tijuana”). Trabajando ahí me di cuenta de muchas cosas, y agarré muchas mañas.

Entendí que si las personas que llegaban a comprar eran vagas, las personas que vendían también tenían que serlo. Y el truco era muy sencillo: Si querías vender algo a $300, tenías que ofrecerlo en $400. Cuando alguien decía “¿Cuánto lo menos?”, le decías que $350, y te preguntaban “¿Y lo menos de lo menos?”, y “caías” en $300.

Por eso no estoy del todo de acuerdo con ese tipo de publicaciones que intentan imponer ideales. Acá entre nos, cuando alguien compraba sin regatear, o que regateaba sólo una vez, celebrábamos y nos burlábamos (me adapté y me vagueé muy rápido).

Tiempo después, en 2010, cuando llegué a Hermosillo, me gustaba ir en las tardes a Catedral a comer algo y sentarme en las banquitas. La primera vez que me senté ahí, llegó una pareja con una

carriola, el señor acababa de salir de la cárcel y no tenían dinero para regresarse a Nogales, ¡les di dinero! Al ratito llegó otro señor que ni recuerdo qué me dijo, pero también le di dinero.

Después pasó algo con un niño que llegó conmigo y que me hizo sentir mal, ¡le di dinero! La siguiente vez que fui a Catedral, llegó la misma pareja que seguía juntando dinero para regresarse a  Nogales, ¡ya no les di dinero! Llegó el mismo señor con el mismo verbo, ¡tampoco le di dinero! Y vi de lejos al mismo niño, pero me di cuenta de que una señora lo estaba mandando con diferentes personas, lo cual se me hizo muy bajo, y cuando el niño llegó conmigo, ¡tampoco le di dinero! ¿Por qué comparto esto? Porque no estoy de acuerdo con que se traten de imponer ideas de manera tan agresiva.

Sé que muchas personas no están vagueadas, y ofrecen los productos a un precio que debería ser el justo; también sé que algunas de las personas que piden dinero, realmente lo necesitan. Sin embargo, aunque no soy fan de la Biblia, en este caso quedaría la parte que dice que “pagan justos por pecadores”, o un proverbio que dice “levanta una abeja por caridad y aprenderás las

limitaciones de la caridad”.

Desgraciada o agraciadamente, así funciona todo. Mi recomendación sería: Si quieres hacer algo, hazlo. Si no quieres hacerlo, no lo hagas. Pero que lo que hagas o dejes de hacer, sea por ti, y

no por lo que dicen otras personas. Total, si nos ponemos medio cursis con la Ley de la Atracción (para quienes crean), de nada sirve ayudar, si el sentimiento al hacerlo es de disgusto.

El autor es escritor, capacitador, networker, conferencista y life coach en SB3.

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