Liderazgo transformador
Desde joven, hace ya algunos años, he tenido la fortuna de poder practicar la toma de decisiones y buscar obtener resultados a través de los demás.
Por allá en la década de los ochentas se hablaba de capacitarte y desarrollar habilidades para “ser jefe” y con el tiempo y las nuevas tendencias la palabra migró a “liderazgo”, e incluso, en algunos textos se reforzaba diferenciar ambas palabras relegando al jefe como aquella persona que obtenía dichos resultados sin importar el costo, ni siquiera el del personal a su cargo.
Personalmente considero que no es del todo verdad, porque he podido conocer a personas mayores, que lograron tener éxito y que son recordados, incluso con alta estima para sus colaboradores.
Sin embargo, al estudiar el tema del liderazgo y practicando, a veces mal, a veces bien, única manera de ganar experiencia, observé en otras personas estilos de liderazgo que agrupé en tres bloques:
a) el cognitivo, como aquel que se prepara en el tema y desarrolla habilidades para conducir un grupo de personas; b)el circunstancial, que considero es el más común, y sucede cuando por diversas situaciones merecidas o no, obtienes un puesto de mando y lo ejerces sin importar la forma, y c) el natural, el líder nato, que parece que nació para ello, lo podemos ver fácilmente en algunos infantes.
En el transcurrir de los años, he podido aprender que ningún estilo por sí mismo es suficiente, que incluso son interdependientes junto al desarrollo del carácter. El líder nato que no se prepara puede terminar convirtiéndose en un dictador, que generalmente es una barrera para el progreso, hay muchas historias de estas.
A principios de los 90, recién egresado, tuve la fortuna de conocer a María Eloísa Duarte Sosa, una jovencita emprendedora que incursionaba como consultora en el tema de liderazgo, no nos conocíamos pero muy generosamente me otorgaba beca para muchos de sus cursos, hoy una gran y querida amiga.
En sus cursos conocí y aprendí lo que en ese tiempo se llamó Liderazgo Transformador, un concepto que había sido desarrollado 20 años antes y que refiere a “la capacidad que tienen algunas personas con una fuerte visión y personalidad, de cambiar las expectativas, percepciones y motivaciones, así como liderar el cambio dentro de una organización” (MacGregor, 1978) y lo que
busca, es el logro de los objetivos propuestos para la organización con altos niveles de ética, calidad y productividad.
El liderazgo transformador no sólo implica cambiar la organización, en anteriores colaboraciones había explicado que éstas se componen de personas (voluntarias o empleados), el líder transformador debe de asumir el compromiso de influir positivamente en el progreso y desarrollo de sus colaboradores, descubriendo sus talentos, generando espacios para que exploten al máximo sus capacidades y visibilizando sus logros.
Definitivamente no existe un líder perfecto, el liderazgo es un proceso de mejora continua que nunca concluye, exige inteligencia emocional, mucha madurez y humildad para poder asimilar procesos de retroalimentación.
El liderazgo transformador requiere carácter para estar desarrollando permanentemente habilidades como objetividad, empatía, persuasión y cuestionamiento, así que… ¡ánimo!
El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.