Los otros efectos de la pandemia
En esta ocasión lo invito a realizar conmigo el siguiente proceso de reflexión:
Cuando se enteró de los primeros casos de Covid-19 en Wuhan, China, ¿con qué frecuencia consultaba información del tema?
Y cuando se enteró del primer caso en México, ¿su rutina de consumo informativo cambió?
Del 23 de marzo al 30 de mayo cuando las autoridades de salud de nivel federal decretaron la Jornada de sana distancia, ¿veía todos los días las sesiones informativas vespertinas, incluso en domingo, con el doctor Hugo López Gatell?
Al conocerse del primer caso de Covid-19 en Sonora, ¿cuántas veces al día se informaba de esta situación en particular y del desarrollo de la pandemia en otras partes del mundo?
Incluso hoy, ¿cuántas veces al día se informa, por decisión propia, del avance de Covid-19 en nuestra querida Ciudad del Sol?
¿Qué fuentes informativas consulta?
Creo que todos hemos pasado por el proceso de consultar poca información, o sólo datos generales, cuando a finales del año pasado nos enterábamos del surgimiento de una nueva enfermedad en China. Al ser una localidad alejada de nuestra realidad, era normal pensar que dicha problemática de salud no nos afectaría.
Conforme la perspectiva cambió, seguramente el consumo informativo fue mayor; y cuando por fin la pandemia nos alcanzó, estoy segura de que habrá quienes todo el día estaban al pendiente de los noticieros locales y nacionales, de las conferencias de prensa matutinas, vespertinas y nocturnas de la autoridad de salud nacional y estatal. ¿Coincide conmigo?
Este periodo de crisis que nos ha tocado vivir, y que tiene su lugar ganado en la historia, no solo ha derivado en problemáticas de salud, económicas y psicológicas, también de tipo comunicativas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que en la lucha contra el Covid-19 “el acceso a la información correcta en el momento oportuno y en el formato correcto ¡es decisivo!”
La pandemia también trajo consigo el fenómeno de infodemia, es decir, la generación excesiva de información tanto verdadera y falsa, dificultando el acceso a fuentes confiables cuando es necesario. Es una situación asociada al gran volumen informativo asociado a un tema particular, en la que se propagan con mayor rapidez rumores, información falsa, la manipulación de datos; y aunado al contexto tecnológico que vivimos, las redes sociales contribuyen a la propagación de esa información.
Aunque en algún momento el exceso informativo nos ha saturado y hemos pasado de consultar hasta cinco, o más, veces al día información relacionada con Covid-19, hasta el extremo de dejar de lado esta práctica, no lo haga: infórmese, aunque sea una vez al día.
Independientemente si está o no de acuerdo o no con la reactivación económica, con el semáforo epidemiológico, con las cifras de casos o las medidas sanitarias: infórmese.
Cuidarnos es responsabilidad de cada uno de nosotros, e informarnos es parte de cuidarnos.