Mes de agosto
Estar viviendo en Hermosillo ha sido, en general, muy gratificante para mí y mi familia.
He conocido a personas maravillosas y en mi trabajo como odontólogo he tenido muchas satisfacciones, y poco a poco voy tomando mi máximo potencial.
Mis hijos han formado un grupo de buenos amigos, en fin, Hermosillo ha sido muy bueno conmigo, quiero creer que yo también he sido bueno con Hermosillo.
Pero una de las desventajas de estar lejos de casa, lejos de Culiacán, además de extrañar mucho a mis padres y hermanos, son las malas noticias sobre alguna enfermedad grave o del fallecimiento de un familiar o un amigo.
Antes esas malas noticias, yo le pedí a mi mamá que no me dijera nada.
Yo prefiero no saber nada, que enterarme de algo grave.
Pero el mes de agosto fue caótico.
Mi madre me llamó para avisarme de la muerte por infarto de mi amigo y padrino de bodas, el señor Isidro Cázares Elenes.
Fue duro, la noticia me dolió y aún sigue doliendo.
Pero eso no fue todo.
En esa misma llamada mi mamá me dio la noticia de que cinco personas más habían perdido la vida en el transcurso del año.
Y todo eso me lo dijo en 15 minutos.
En una llamada me enteré de seis muertes de personas cercanas a mí y a mi familia.
El 1 de septiembre, por la mañana, mi tía Melania Bedolla perdió la vida en su batalla contra el cáncer.
Ella me crío y me alimentaba mientras mi mamá trabajaba.
Me esperaba en la puerta de la casa cuando yo iba a ver a los Tomateros de Culiacán.
Ella me pedía, más bien me exigía, que le dijera mamá, así que crecí con dos madres.
Mi amá Melania.
No pude ir a Culiacán a ver a mis primos, o mejor dicho, mis hermanos, aún no he digerido la ausencia.
Pero sé que cuando sea el momento de entrar a la casa de los García Bedolla será duro.
Será duro no verla, no escuchar sus gritos:
“Hey, Moby, ven a comer”.
Siempre se habla de lo frágil que es la vida, de lo corta que es.
De que debemos disfrutar más y no tener apego material, que las personas son las valiosas.
De eso ya se ha hablado mucho.
Este año a sido difícil para todos, para unos más que otros.
Nos quedan 3 meses y ya está, se terminó este 2020.
Hay que aguantar, seguir de pie y honrar a los que nos dejaron, honrar a los que tenemos aún.
A los que nos formaron, a los que nos corrigieron, a los que nos ayudaron, honrar a los padres y a los amigos.
Hay una frase que está de moda en esta época y me gusta por contundente: “éramos felices, pero no lo sabíamos”.
En parte es verdad, pero yo siempre me supe feliz en mi colonia Mazatlán, con los Bedolla, con mi amá Melania, con Martha, con los Patrón.
Por eso, desde que estoy en Hermosillo pago el precio de estar lejos de ellos y me parto el alma trabajando.
Doy todo de mí para que valga la pena.
Yo no vine a perder el tiempo.
Y Hermosillo me ha recibido muy bien.
No podría estar en mejor lugar.
El autor es Odontólogo, originario de Culiacán, Sinaloa.