¡No mermen la democracia!
¡Vaya costumbrita, cuando no es el Ejecutivo son los legisladores!
Me refiero al afán de desaparecer todo aquello que les incomoda o representa un cierto interés, con pretexto de ser “ineficientes, costosos o corruptos”, las instituciones, órganos autónomos y demás. Hacer esto muestra dos cosas:
1) La incapacidad de resolver lo que se debe mejorar pues les es más fácil desaparecer y 2) un afán desmedido de concentrar el poder.
Nuevamente pretenden desaparecer los órganos autónomos constitucionales, aquéllos que fueron logros sociales y que llevaron muchos años para ir consolidando la democracia en México.
Éstos comienzan a surgir en algunos países europeos a partir de la Segunda Guerra Mundial y con el paso de los años se fue propagando a otros países; entre ellos nuestro país, que en la década de los 80 del siglo pasado fueron apareciendo, y a partir de ahí tomaron auge como garantes de la democracia y equilibrio de poderes y abrir en parte espacios a la ciudadanía, al desvincular algunas de sus funciones y vincularlos más a la sociedad, dándoles una mayor transparencia.
Pero los órganos autónomos tienen una serie de características que los hacen necesarios y virtuosos. El Dr. en Derecho Jorge Carpizo (ex ministro, procurador, primer presidente de la CNDH, rector de la UNAM, etc.) las puntualiza de manera muy clara y precisa en la conferencia que dictara en el año 2009 en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y que me permito transcribirlas porque vale la pena, siendo éstas: 1) Estar establecidos en la Constitución, la que debe señalar sus principios básicos y facultades más importantes; 2)
Realizar funciones públicas que corresponden al Estado y que tienen por prioridad el interés público; 3) No depender políticamente de ninguno de los tres poderes, con los cuales guardan una relación de coordinación no de subordinación;
4) Gozar de autonomía técnica y funcional, su presupuesto debe ser asegurado y ser suficiente para el cumplimiento de sus atribuciones; 5)Sus titulares son responsables y los órganos constitucionales autónomos deben rendir cuentas; 6) Realizar labores técnicas altamente especializadas; 7) Su actuación debe estar alejada de consideraciones políticas o partidistas; 8) Sus actos deben estar regidos por los principios de legalidad, imparcialidad e igualdad de todos ante la ley; 9)
Sus titulares deben de gozar de garantías para asegurarles autonomía técnica, tales como estabilidad en el encargo, remuneración adecuada y responsabilidad; 10) Sus decisiones están sujetas al control de constitucionalidad, e 11) Intangibilidad, si los órganos constitucionales autónomos fuesen suprimidos se lesionaría gravemente al Estado democrático de Derecho.
Si lo que se busca realmente es erradicar vicios y hacerlos más eficaces y eficientes, entonces la solución no es desaparecerlos, sino analizar a la luz de los nuevos tiempos sus debilidades, en qué
cosas han de mejorarse, de tal manera que se fortalezcan, y por ende, se perfecciona y robustece la democracia mexicana.
Desaparecerlos es atentar vilmente contra la democracia e ir perfilando al país a rumbos que rayan en lo autoritario y dictatorial.