Paradojas del nueve

El autor es fundador de la agencia León Mayoral. direccion@leonmayoral.com

El nueve transcurrió más o menos como lo esperaba. Las calles con un flujo muy desahogado para una conducción muy cómoda. La universidad a menos de la mitad, propiciando un ambiente de contemplación y reflexión. El flujo del trabajo normal, pero con muchas menos manos para sacarlo adelante. Más o menos como lo esperaba, un poco de calma después de la tempestad del día anterior.

Esa tempestad, de múltiples escenarios, sin embargo ¡ha dejado tanto para la reflexión! Escribía Hermann Hesse que después de mantener a una persona limitada contra su voluntad, sufriendo ataques de todo grado y manteniéndola en continuo estrés, una vez liberada de su situación, no podemos esperar que se comporte de manera ejemplar conforme a las normas de la comunidad a la que pertenecemos. Por el contrario, ella se mostrará violenta, tomando revancha y con arrebatos inesperados buscando de alguna manera externar su queja como una catarsis y exigir con mano propia la justa reparación que imagina desde su perspectiva.

Es posible que este mecanismo sea el que se está verificando en estos momentos en la sociedad. Escuchaba que las mujeres están hartas. Sí, así parecen mostrarlo los actos y conductas que presenciamos. Curioso, el Poder Judicial primero, la Iglesia después. Pareciera ser un adolescente que en un arranque de lucidez opaca reclama primero al padre y luego reclama a la madre.

Pero ese adolescente deberá también reflexionar sobre su propia actuación y connivencia. Desde hace años guardo en mi memoria una sorprendente escena donde la madre instruía al hijo después del desayuno diciendo: ‘deja esos platos en la mesa, no los levantes; ya tendrás una vieja que lo haga por ti.’ Nos recuerda Kant que todo ser humano ha sido educado por otro ser humano que a su vez ha sido educado por otro ser humano... y así desde el albor de los tiempos hasta el final de éstos.

Estoy convencido de que el tema no se trata de hombre y mujer, sino del ser humano. Hemos ido dejando los valores  de lado. Hemos ido retirándonos de las fuentes que los proveen. Aduciendo a lo pragmático, hemos ido retirando de nuestra vida las fuentes generatrices de los valores morales y éticos, justamente los que nos permitirían una visión de consciencia, valoración y -por ende- respeto hacia los otros, con el resultado de una mejor comunidad en convivencia.

La educación es primero. La educación a nuestros hijos, sí; con nuestro ejemplo, sí. Pero todo ha de iniciar con nuestra propia educación, con nuestra propia consciencia. Dios puso a tu cargo algo muy importante y eres tú, cantaba Facundo Cabral. Los actos y conductas están en nuestra libre decisión. Y el cambio puede ser inmediato si ante la próxima situación, conscientes de perseguir el bien mayor, elegimos nuestra acción mediante nuestro libre albedrío y optamos por la mejor conducta de entre las posibles. Tenemos edad ya de discernir entre lo bueno y lo malo. Sabemos qué es mejor, gritar o hablar, insultar o escuchar, destruir o embellecer, dar un buen ejemplo o dar uno malo. Lo que hagamos, una cosa u otra, tendrá consecuencias diferenciadas. La vida sigue estando en nuestras manos.

Por un México más bueno, más rico, más justo y más culto.

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