¿Por qué me gusta comer lo que me gusta?
(SEGUNDA DE 2 PARTES)
La comida son recuerdos Hassan: “Un viaje de diez metros”, 2014.
Nuestros gustos, decíamos, son historias de vida; “la comida son recuerdos”.
La alimentación de la infancia, experiencias del lugar donde uno crece, son muy importantes para construir nuestros gustos por la comida; su impacto es duradero.
Hablé de los recuerdos de mis gustos, al crecer en el Huatabampo de los 60 y 70 (Parte 1).
Cuando crecí, era costumbre acompañar la comida de mediodía con una “soda” familiar.
Nos sentábamos a la mesa y la botella al centro.
Era un ritual en el que la comida y la soda debían ir de la mano.
Y todavía veo niños pasar de la tienda con su botella; ellos no tienen dinero ni toman las decisiones. Algunos refrescos de aquella época eran Coca, Pepsi, Orange Crush, Mister Q , Delaware Punch, “Fantas” y “Vitas” de sabores, “quitased” Squirt.
Mi favorito era el Lucerito, su sabor buscaba parecerse a la mandarina.
Costaba $.50, cuando los otros costaban $.60.
Los anuncios comerciales se meten en la cabeza, definitivamente, y el niño tiene menos herramientas para defenderse.
“Haaaaay naranajaaaas. Naranjas frescas sólo en Misión, si no es Misión es imitación”; anuncio de la “soda” Misión, de tonada pegajosa.
Claro que, en realidad, también era agua pintada, con azúcar.
Pero, a la fecha, tengo gustos por los refrescos.
“Gansito, gansito, qué rico pastelito: recuérdame”, de los 70.
Por supuesto, los anuncios metálicos de esas marcas llenaban las paredes de los abarrotes.
A los 5 años de edad, uno de mis hijos me dijo: “papá, yo quiero ‘lo de hoy’”.
Busquen ese anuncio de Pepsi.
¿Qué comerciales de bebidas u otros alimentos recuerdas?
¿Influyeron en tus gustos?
¿Dónde vivías?
Al ser Huatabampo una región agrícola, en mi casa abundaron los vegetales: calabacitas, chiles, chícharos, zanahorias, elotes, y mucho más.
Además, es costero, por eso me gustan pescados y mariscos; a mi casa llegaban muy frescos.
Hasta que llegué a Hermosillo supe que se podía hacer ceviche de pescado, no sólo de camarón.
Yo preparo el maravilloso (otra vez el recuerdo, la asociación emocional) ceviche de mi papá.
Trocitos de camarón, abundante jugo de limón; tomate, chile serrano y cebolla (morada, por supuesto, no conocí otra) picaditos, sal pimienta, y galletas saladas Santos.
¿Y tú, dónde creciste?
¿Ciudad, el campo?
¿Valle, costa, sierra?
¿Cómo influyó la región en tus gustos?
La llegada de la Cuaresma marcaba una obligación religiosa; se combinaba con la llegada de la capirotada.
Esta tradición de comida acompañaba a la prohibición de la Iglesia de comer carne; se sacrificaban comiendo camarones.
En el mundo, las religiones imponen reglas sobre qué comer: la religión judía prohíbe comer cerdo, el budismo comer res.
¿Y quiénes de ustedes enfermaron por algún platillo y entonces lo aborrecieron?
Esa experiencia sí que marca nuestros gustos, a veces de por vida.
Pudo ser diarrea, o vómito (vasca); no narraré ninguno de estos episodios, ¡pero vaya que dejan impresiones duraderas, en disgustos por platillos!
También ayudan a modelar nuestra percepción de lo comestible.
Es importante lograr una conciencia sobre nuestros gustos por la comida.
Si hago el ejercicio de buscar el origen de esos gustos, tendré más probabilidades de mejorarlos.
Ir por la vida comiendo sólo por inercia, no es una buena idea para nuestra salud.
El punto central de estas dos columnas es que nuestros gustos por la comida se construyen por vivencias que tenemos desde la infancia: costumbres familiares y experiencias con los alimentos.
Es posible, mediante educación nutricional desde la infancia, ayudar a los niños para que desarrollen mejores hábitos.
La familia y la escuela deben trabajar en estrecha colaboración.
Es importante, es necesario, es urgente.
El autor es Dr. en Ciencias Nutricionales.
Es Director General de Cultura de la Nutrición, A.C.
sgalavizm@gmail.com y culturadelanutricion@gmail.com
Facebook: Samuel Galaviz y Cultura de la Nutrición A.C.