Prevención, no capricho

El autor es presidente de la Sociedad de Alumnos de Comunicación de la Universidad de Sonora.

Las recientes lluvias han traído grandes problemas a nuestra localidad, no solamente en cuestión de infraestructura vial sino también ha dejado al descubierto la falta de atención a la infraestructura eléctrica urbana.

Hace unos días, tres jóvenes estudiantes que se encontraban esperando el transporte urbano en el centro de Hermosillo de manera lamentable resultaron con lesiones tras explotarles un transformador subterráneo, dos de ellos con quemaduras de gravedad que tuvieron que ser trasladados a recibir atención médica en Sacramento, California.

Lo anterior es el contexto de lo frágil que es nuestra ciudad, de lo expuesto que quedamos sus habitantes y de la importante decisión que conlleva el suspender o no clases.

Pues estos jóvenes no estarían en esta situación si, primero, el trasformador hubiese recibido el mantenimiento necesario y segundo, las clases hubiesen sido pausadas.

Como estudiante he de conocer las deficiencias que el transporte público local trae consigo, las técnicas aprendidas para disfrutar de un buen viaje y hasta los lugares donde puedes o no esperar el camión, por aquello de la inseguridad, mas no dimensionamos que debajo de nosotros pueda explotar un transformador, que encima de nosotros nos pueda caer un espectacular, que podamos caer en un hoyo…

En un sector nos encontramos quienes creemos que el problema no necesariamente es la lluvia en sí, sino los estragos que esta trae consigo en ciudades poco preparadas (en múltiples aristas) como la nuestra.

Por otro lado, me parece preocupante que voces han llegado a levantarse en contra de las recomendaciones de la Unidad Estatal de Protección Civil y la misma Secretaría de Educación y Cultura, donde aseguran que las lluvias no le hacen daño a nadie y que de esa manera se están creando generaciones sensibles, lástima y vergüenza me da, que los recientes hechos nos den la razón.

En Sonora existen alrededor de 700 mil estudiantes, todos ellos expuestos en todo momento a las condiciones marcadas por sus municipios, el nuestro, la capital del Estado uno de los menos preparados.

Tenía que llegar el día en que estudiantes resultaran lesionados para que entendamos que la suspensión de clases no era un capricho, sino una necesidad ante la falta de capacidad y mantenimiento de nuestra ciudad.

El llamado a las autoridades y dependencias gubernamentales es a que, en primera, mantengan en constante inspección las instalaciones eléctricas, las estructuras publicitarias, la calidad de los colectores de drenaje, señalización vial, en síntesis, pediríamos que trabajen desde sus trincheras para prevenir este tipo de situaciones y de no hacerlo, cero tolerancia, cero impunidad.

Porque en esta ocasión nuestros compañeros estudiantes “corrieron con suerte”, pero de nuestras casas no salimos a jugarnos la vida, sino a prepararnos para ella.

Autoridades, trabajen y trabajen de verdad.