Realidades del Covid-19
La llegada del Covid-19 a México trajo a la luz grandes realidades que por años hemos enfrentado y que nos hemos negado a aceptar. En primer lugar, nos ha obligado a replantearnos acerca del valor que damos a cada una de las profesiones y de los roles en la sociedad; por primera vez estamos entendiendo que un médico, un bombero, un policía y un agricultor, son clave para que nuestra comunidad funcione y que son ellos quienes deben de gozar de todas las prestaciones y respeto.
Por otro lado, ha evidenciado el atraso que existe en la asignación de presupuesto para salud. En los últimos sexenios se recortaron los recursos a este rubro, además de que anualmente un porcentaje de 20% o menor es el que se destina a obra pública asociada a salud. Muy poco si se considera que la mayor parte de la infraestructura hospitalaria requiere ser modernizada.
En el tema educativo, la contingencia nos ha obligado a adaptar contenidos para poder dar continuidad a los planes de estudio. Los maestros, sin capacitación alguna han tenido que adaptar actividades a quemarropa y en el mejor de los casos poder contar con un par de sesiones sincrónicas con los estudiantes. Y a muchos nos sorprende, como si no estuviéramos enterados de que México ocupa los últimos lugares en educación según la prueba PISA, pero además la incorporación de la tecnología en la educación es un tema que se ha contemplado desde el discurso, pero no ha tenido un efecto real en el sistema educativo.
Paralelo al tema educativo, hay que considerar que la adaptación de la estrategia para continuar con el ciclo escolar desde casa no está siendo incluyente con todos. Se asume que profesores y estudiantes tienen acceso a equipo de cómputo e internet, o que al menos pueden tener acceso a una televisión. Asumir esto en un país donde según INEGI 16.4 millones de hogares no cuentan con acceso a internet y 29.9 millones de mexicanos ni siquiera cuentan con acceso a un celular, resulta catastrófico. Prácticamente se sigue quedando sin educación el mismo sector al que urge sacar de la pobreza.
De manera familiar estamos entendiendo que hay formas distintas de asignar el presupuesto y la importancia de ahorrar. ¿Se acuerdan cuando nos decían hay que ahorrar por cualquier cosa? Pues “aquí está la cosa”. Este es un tema difícil de manejar cuando un alto porcentaje de la población vive con el salario mínimo, y quienes tenemos la fortuna de contar con más recursos, no tenemos el hábito de ahorrar (sólo 2 de cada 10 mexicanos ahorra, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera).
El Covid-19 nos está enseñando que debemos ser ciudadanos mucho más participativos, hoy conocemos la importancia de asignar efectivamente el presupuesto, hoy más que nunca reconocemos que salud y educación son las grandes tareas pendientes que nos corresponden a todos. Pero además entendimos la importancia de garantizar mejores condiciones de trabajo a médicos, enfermeras, policías, docentes, personal de recolección de basura, personal del campo y todas las profesiones enfocadas al desarrollo de nuestro país. En nuestras manos está que, pasada la pandemia, seamos capaces de incidir en mejorar la política pública en cada una de estas áreas.
La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.
@PaulaTakashima