Se me perdía la Luna
De repente, me asomé y la vi por mi ventana. Grande, majestuosa. Su color era sepia, diferente al habitual. Salí a buscarla y sentí que estaba a veinte metros. Me acercaba, y nada. Ella se escapaba, pero yo seguí caminando a su luz. En cada paso se me perdía la Luna.
A pesar de que atravesé el césped y alejé las ramas que tapaban mi vista, seguía escondiéndose entre las nubes. Pareciera que jugaba. No dejaba de brillar. Como una madre, un compañero, un gran amigo, un coach de vida, un ser espiritual. A ratos se perdía por completo, y sentía un pesado desasosiego. En mis adentros me decía: “¿tiro la toalla?; qué decepción, ya no creo más.
Pero luego, se volvía a asomar. Regresaba mi entusiasmo o bien, una “incierta tranquilidad”, pues quería tenerla a mi lado, ser su dueña permanente y abrazar su curso para siempre. Cosa que no podía pasar. Con remedios y consejos corrí lo más que pude tras de ella para detenerla, pero la Luna sigilosa se me iba, como cuando se consumen los días por desidia o enfermedad.
Entonces, al tenerla a unos pasos, se me fue. Se alzó a la inmensidad. Se escapó de mis manos, de mi vida. Como los planes que se truncan, que no se pueden concretar. Trepé la barda, escalé un árbol, subí al tejado… no aceptaba soltar. Luego entendí que así es la vida, como la Luna. La ves tan cerca y luego crees que se va, pero…
El proyecto de la vida, los ideales y los sueños son a veces opacados por la nube o por la rama, o simplemente por la nada. Sin embargo, la luna es el ojo que nos guía. Analogía que nos dice que los sueños se deben perseguir; que aún en tiempos de neblina, sólo ella te puede iluminar, aunque vista de canario, blanco o sepia quizá. Que el camino que recorres tras tu sueño, bajo esa luminosidad, es lo que cuenta. Y es que así la vida va jugando. La Luna se va escapando, entre comillas, pues cuando crees que la has perdido, es imposible. La luna siempre ahí va a estar… para decirte que no desistas, que vivas más. La Luna en sepia, a veinte metros o lejos en su inmensidad, es la fiel compañía, el alma de los sueños que sin ruido nos susurra: ve tras ellos, si los buscas, ahí están.
La autora es arquitecta, escritora, ilustradora y creadora de La Fábrica de Cuentos, Cuentos Personalizados.
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