¡Soy alérgico a las balas!
Un maestro afirmó que “uno siempre hace lo que quiere”.
Primero pensé que si uno siempre hiciera lo que quisiera, todo el mundo sería feliz.
Después entendí que tenía la razón, porque siempre tenemos la libertad para elegir.
Esto me hizo recordar “La historia de Jerry”.
Jerry era director de un restaurante.
Siempre estaba de buen humor y tenía algo positivo que decir.
Era un motivador nato.
En dos ocasiones cuando cambió de trabajo, varios de sus empleados lo siguieron, ya que Jerry siempre les ayudaba a sentirse mejor.
Un día le dije:
“No se puede ser positivo todo el tiempo, ¿cómo le haces?”, y Jerry me respondió:
“Cada mañana me levanto y me digo, tengo dos opciones, estar de buen humor o estar de mal humor, y siempre elijo estar de buen humor; cada vez que me ocurre algo malo, puedo elegir el papel de víctima o el de aprender algo de aquello, y siempre elijo aprender algo”.
“Pero eso no es tan fácil”, protesté.
“Tampoco es tan difícil”, respondió, “la vida es una elección constante. Cada situación es una elección. Eliges cómo reaccionar ante las situaciones. Es elección tuya decidir cómo vives tu vida”.
Tiempo después, Jerry fue víctima de un atraco, había olvidado cerrar con llave la puerta trasera del restaurante, y entraron dos hombres armados.
Jerry intentó abrir la caja fuerte, pero con los nervios no pudo.
Los atracadores se pusieron más nerviosos y acabaron por dispararle.
Afortunadamente lo llevaron al hospital enseguida y, después de una larga espera y varias semanas de recuperación, Jerry fue dado de alta.
Vi a Jerry unos meses después, le pregunté qué le había venido a la mente cuando ocurrió el atraco.
“La primera cosa que pensé es que debí haber cerrado bien la puerta.
Luego, después de que me dispararon, estaba tendido en el suelo y recordé que podía elegir vivir o morir, y decidí vivir.
Los camilleros eran simpáticos, me animaban y decían que me iba a poner bien, pero cuando vi la cara de los médicos en la sala de urgencias, me asusté realmente, sus miradas reflejaban que iba a morir.
Entonces vi que tenía que pasar a la acción.
Había una enfermera que me preguntaba a gritos si era alérgico a algo, le respondí que sí.
Se hizo un silencio profundo mientras esperaban que continuara.
Tomé aire y le respondí “¡Soy alérgico a las balas!”.
Todos comenzaron a reír y, después de las risas, les dije “‘Quiero vivir, así que por favor opérenme pronto’”.
Jerry piensa que sobrevivió gracias a los médicos y enfermeras, pero también gracias a su actitud.
Yo aprendí de él que cada día puedes elegir si vas a encarar la vida con ganas, o si te vas a amargar.
La única cosa enteramente tuya, que nadie puede controlar, es tu actitud.
De modo que si tú te das cuenta de esto, todo lo demás de la vida se vuelve más sencillo.
El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.
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