¿Te han desmotivado en tu trabajo?
En nuestra vida, en ocasiones, nos encontraremos con personas que busquen frenarnos, que nos desalienten y que su carga negativa busque permear en nuestro ser. De nosotros depende la manera en que vamos a conducirnos y cómo con nuestra actitud ante cada situación giremos para esquivar los obstáculos para seguir en el camino a nuestras metas.
El síndrome de Procusto se atribuye a las personas que, al verse superados por el talento de otras personas, los menosprecian y desmotivan. La inseguridad de estas personas la pueden manifestar de diversas formas, principalmente buscan no ser opacadas, pero como no logran sobresalir, hacen todo lo posible para que quienes están a su alrededor tampoco lo hagan.
El origen del nombre con el que se le conoce al síndrome se atribuye a un mito griego, ya que Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de los hijos de Poseidón, quien invitaba a los viajeros a que pasaran la noche en su casa. Lo hacía con tanta amabilidad que nadie solía rechazarlo.
Cuando sus invitados dormían Procusto los amordazaba y los medía para comprobar si su tamaño era diferente al de las camas de hierro que les había ofrecido para dormir.
Si la persona a la que estaba midiendo sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto les cortaba las partes del cuerpo que salían de la misma. Por otra parte, si la persona era más pequeña y no ocupaba todo el espacio de la cama, les rompía los huesos con un mazo para estirarlos y dejarlos a la medida de donde hasta hace unos momentos pretendían dormir.
Buscaba con ello, que todos tuvieran el mismo tamaño, cosa que pasa con las personas que tienen este síndrome y quieren que nadie destaque para que no los opaque.
La rutina de Procusto llegó a su fin con la llegada de Teseo quien al ver las actividades que este realizaba noche a noche, decidió ver si Procusto cumplía con las medidas de su cama y al ver que este era de un mayor tamaño, procedió a castigarlo de la misma manera y lo mató al cortarle la cabeza.
Seamos un factor de unidad y procuremos que nuestras actitudes tiendan un puente para que quienes se encuentran a nuestro alrededor puedan sobresalir. Si logramos esto ¡avanzamos todos!
El autor es Asesor Parlamentario de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión.
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