Te reto a no retar

El autor es L.R.I., profesionista independiente, analista político, consultor en MKT y especialista en asuntos migratorios.

Los famosos “retos” en las redes sociales se han propagado hoy en día mucho más que el nuevo coronavirus.

Y yo me pregunto ¿qué padre de familia permitiría que por un “juego” su hijo perdiera la vida” tan estúpidamente, o bien, que fuera quien causara la muerte o le desgraciara la vida a otra persona o familia?

Los challenges, desafíos o retos en Internet, que pudiendo ser muy buenos, son hoy en día muy riesgosos, más que tener un arma en casa porque todavía a esta última se le guarda normalmente sobremanera, pero lo otro nos rebasa.

Surgen en la última década a raíz de que los famosos youtubers buscaron la manera de destacar, de tener más seguidores, pues eso les representaba ingresos económicos sustanciosos, ya que las grandes empresas los buscaban por la influencia o el número de “seguidores” que tenían y que para ellas les representaban posibles consumidores.

En lo que inició siendo pequeños videos a través de los cuales se decía algo interesante, chistoso, llamativo, etcétera, los youtubers terminaron siendo una víctima más del mercantilismo desenfrenado, o bien, les ganó el ego, pues en aras de sentirse y verse “famosos”, comenzaron a desarrollar los retos para hacerse de más adeptos.

De tal manera que, en ese afán, las grandes empresas ni tardas ni perezosas comenzaron a contratarlos.

Lamentablemente hoy en día esto se desbordó y los desafíos se han propagado a velocidad de la luz, haciéndolos sumamente riesgosos y peligrosos, no sólo por las lesiones irreversibles que se puedan sufrir, sino por el grado tan alto de morir en el intento por los daños que ocasiona.

De acuerdo con las estadísticas y estudios sobre ello, la población adolescente es la más afectada y vulnerable.

Y no es de llamar la atención, pues en esa etapa de la vida el ser humano da un salto muy grande y son momentos en los que se puede pasar de lo intrépido a lo temeroso, de lo impulsivo a lo pasivo, se eleva el envalentonamiento, el orgullo, etcétera, en suma, hay una inestabilidad emocional y racional.

En fin, se le sabe llegar al ego operando la irracionalidad de lo racional, que no dimensiona las consecuencias de sus actos.

Aquí todos jugamos un papel preponderante: padres de familia, amigos, familiares, compadres, medios de comunicación, las escuelas, etc., pues podemos alertar de ello sobre el riesgo que conlleva.

Es menester generar conferencias entre los padres de familia y el alumnado ¿y porqué no?, hasta generar guías para papás en redes sociales.

Y no estaría de más que tanto los legisladores como los estudiosos del Derecho trataran este tema pues hay “retos”, como el “rompe cráneos” que a todas luces pudiera tipificarse como delito en alguna de sus modalidades.

El autor es L.R.I., profesionista independiente, analista político, consultor en MKT y especialista en asuntos migratorios.

julioibarrola@hotmail.com

Red social: Julio Ibarrola Suárez